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32 FE EN LA IGLESIA DE JESUCRISTO, un recurso maravilloso, preparado de intento :por la Providencia para suministrar á la imaginacion de los pueblos un alimento siempre necesario y á la vez saludable en su verdad, en contraposición de las fic– ciones novelescas con que se les quiere nutrir en nuestros días. A este orden de piadosas creencias van unidas la mayor parte de las peregrinaciones, de las que sabido es cuántos frutos recoge de ellas la Santa Iglesia. Manifestaciones visibles del poder de Dios en la tierra, son corno fortalezas y asilos diseminados de espacio en espacio, en los que se templa la fe ele los pueblos, con nuevo vigor; donde arrojan su peso abrumador las almas cargadas de crímenes y se re– animan y confortan las virtuosas, saliendo unas y otras revestidas de juventud y llenas de fuerzas y de valor para arrostrar los combates y los sacrifi– cios de la vida. En lugar preferente de las tradiciones piadosas, se encuentra la que concierne á la bendita Casa de la Santísima Virgen en Nuestra Señora de Loreto. Yo creo que no existe un santuario más célebre y cuyo nombre despierte más amor y ardiente devo– ción, y provoque en los impíos á la vez más cólera y más sarcasmos. La lucha comenzó hace más de trescientos años, y durante dos siglos y medio todos los cristianos es– tuvieron en tranquila posesión de creer que Dios había arrebatado esta Santa Casa, bendita entre to– das las casas, á las profanaciones de los sarracenos, para confiarla á la Italia, heredera de la Palestina, como Roma lo era de todos los derechos de Jerusa– lén. Las pruebas del milagro son evidentes, y pocos hechos puramente humanos existen g_ue estén mejor evidenciados; pero la herejía no podrn resignarse á