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DE BEIRUT .,l. MADRID. 24!) numentos que encierra, sino también por su comer– cio. Tiene unos dos millones de habitantes y mul– titud de ellos son europeos: la mayor parte son tur– cos, profesando la religión de Mahoma. Hay varios establecimientos católicos de Padres Franciscanos que sirven la parroquia, PP. Jesuítas y PP. Lazaristas. Allí se visitan las. elevadísimas pirámides, cuya altura asombra, y su subida es bastante penosa: do– minan parte del Egipto. También se visita Eliópo– lis, donde residió la Sagrada Familia en su huída, la palmera que daba sombra á la Santísima Virgen, y la fuente de María, que brotó cuando tuvo la :Madre de Dios necesidad de agua para lavar los pañales del niño Jesús. Después de visitar tantos recuerdos piadosos, salí para Alejandría en el tren, llegando en pocas horas á aquel puerto. Allí tomé el vapor inglés Posta de la China, y en tres días nos llevó á Brindis (Italia): visité la Catedral donde predicaba San Lo– renzo de Brindis á la edad de seis años; y á causa de estar aquella ciudad invadida por el cólera (pues el día que llegué murieron :30~, tomé el tren especial que lleva la correspondencia 'china, llegando al otro día á Roma, que era la cuarta vez que la visitaba; asistí al Consistorio de la creación de Cardenales; estuve con el Santísimo Padre León XIII, y después de visitar todo lo más gTandioso de aquella eterna ciudad, salí en dirección de París, atravesando la Francia. Cuatro días estuve en la corte de los fran– ceses, admirando aquella Babilonia de los Baltasares de Europa. Después fui á Barcelona, y de ésta á Zaragoza, donde saludé ú la Santísima Virg·en del Pilar cele– brando el Santo Sacrificio de la :tfom ante su mila– grosa imagen, dándole repetidas gracias por todos
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