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242 VIAJE ÁTIERRA SANTA. del Carmelo. He visto, al visitar este santo monte, la guerra tan encarnizada que los herejes han decla– rado á los hijos del gran profeta Elías y adoradores perpetuos de la Santísima Virgen del Carmen. El caso es que, tanto turcos como alemanes y luteranos, guiados por su ambición, han tenido la osadía de establecerse á los pies de Monte Carmelo y, llenos de rabia y oclio encarnizado contra el esta– do religioso de los hijos del Carmen y la Iglesia en general, han puesto por obra el depravado empeño de destruir y exterminar el santuario carmelita, con– vento hospitalario que hace tantoR siglos sirve de asilo á los piadosos peregrino,; de Tierra Santa. E,;tos desgraciados sectarios parece van á con– seguir sus deseos, puesto qnc varias veceB se han arrojado sobre las propiedades del Monte Carmelo, con las armas en la mano, para asolarlas y des– truirlas. Son tan sin caridad, que después de haber cam,a– do pérdidas enormes destruyendo cuanto hay, se sirven de la influencia política de la Alemania (que domina é impera sobre el Gobierno turco) para exci– tarla y obligarla á que por f1rnrza arrojen los Carme– litas y roben el Monte Carmelo y sus propiedades: aunque el Monte Carmelo está bajo la protección de la Francia y varias veces han acudido estos Padres pidiendo ayuda, duerme tranquilo el Gobierno fran– cés, sin decir nada, porque todos son iguales cuan– do se trata de religión ó de justicia. Todas estas luchas y persecuciones, que duran sin tregua más de año y medio, tienen reducidos á estos venerables Padres á un tri,;te estado de abati– miento y pena indecibles, apmando sus recursos, porque aquí todo se hace con dinero, y el turco y comparsa no escuchan otras razones, y anque _se tengan documentos de propiedad de más de dos-
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