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240 VIAJE Á TIERRA SANTA. Una tradición trae que la Santa Familia, vinien– do de Egipto, se detuvo aquí dos días. Esta gruta, trasformada en mezquita y guardada por un santón (ministro del culto musulmán), está tallada en la roca por mano de hombre, y presenta una gran ha– bitación de 14 metros de larga por ocho de ancha y seis de alta; al lado de las paredes hay asientos for– mados ele la misma montaña. Se desciende del monte y se halla el lugar donde Re rompió el barco de San Luis, que le obligó á detenerse en el Carmelo hasta reparar los daños que se habían ocasionado, cuando iba á Francia por la muerte de sn madre. Después se visita el valle de los llfártires, donde fueron mar– tirizados 40 Carmelitas; cerca está la hermosa Fuen– te de Elias; esta fn~nte brotó por las oraciones del profeta, y es un hermoso y fresco manantial que sale de la pefia, en cuya concavidad caben 15 hombres. A corta distancia están las ruinas del convento de San Brocardo, fundado por eRte Santo cerca de la fuente de Elias y destruido por los musulmanes que pasaron ú cuchillo á todos los Religiosos. Aquí se conserva una capilla y otra habitación para el que la guarda. Al lado cst,í el Jardín de Elfos, llama– do así porque, paRando el santo profeta en una oca– sión, había un hombre que guardaba el jardín, y el Santo le suplicó le diese un melón: el guarda le dijo que no había ninguno, que aquello que veía eran piedras. Pues bien, dijo el Santo, ya que lo quieres, que sean piedras; y en el momento todos los melo– nes y frutas que había se convirtieron en piedras: en la actualidad se ven en aquel sitio multitud de éstaR, qne tienen la forma de melone;;, peras, man- 7.annR, fC\tc.; rine loR peregrinos tornan como re– cuerdo. Aquellos pobres PP. Carmelitas me contaron lo que sufren por los turcos, que quieren en la actuali-
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