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MONTE CARMELO. 237 CAPÍTULO XLI. MONTE CARMELO. Los PP. Carmelitas ofrecen á todos los peregrinos una generosa y afable hospitalidad, sin dejar nada que desear. El Monte Carmelo formaba por sí solo _un reino, pero Josué dió muerte al rey y se hizo dueño de todo él. En este lugar confundió Dios y destruyó á los sacerdotes de Baal, por el ministerio y oración de Elías; éste y Eliseo tuvieron en Monte Carmelo la Escuela de los profetas. Siempre ha sido venerado este glorioso monte hasta por los hebreos y gentiles. Aquí fué donde el profeta Elías vió aquella nube misteriosa, símbolo de la Santísima Virgen, que subía del mar cuando pidió al Señor mandase el rocío del cielo sobro aquellos desgraciados pueblos, antes que todos pereciesen (pneR hacia tres años y medio que no había llovido); y aquella nube se extendió y derramó su rocío y agua por todos los pueblos. Santa Ana tenia en el Monte Carmelo sus rebaños y una casa para los pastores, y la Santa, acompañada de la que había de ser Madre de Dios, su augusta Hija, venía con fre– cuencia desde Nazaret á este bendito lugar. En este dichoso monte han habitado rnuehísimos profetas, después de Elías y Eliseo, y multitud de Santos, entre los que se encuentran San ~arciso, San Justino, San Ciriaco y Santiago del Carmelo, los Cenobitas y Benedictinos. San Luis, Rey de Francia tuvo que ir al Carmelo cuando, Yolviendo á Francia después de la Cruzada, se estrelló el barco en el monte, y tomó entonces el escapulario del Carmen.

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