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234 VIAJE Á TIERRA SANTA. Esta villa es bastante sucia y los judíos son k,s más ricos de todos ellos, por los comercioR de que son dueíios: su figura es preciosa; y tanto las judías como ellos, son rubios, con largos tirabuzones que les caen por el roRtro. El calor en Tibería<les eR so– focante y loR mosquitos son importunos, i-;in dejar á nadie descansar; y aunque las camas todas eRtún colgadaR con moRquiteros, nadie puede librarse de ellos, siendo tan fuerte el veneno que comunican. que basta pique uno solo para que se hinche toda la parte ofendida. CAPÍTULO XL. DE TlllERÍADES Á :!'úON'.l'E CARJlrELO. De Tiberíades á Cafarnaúm hay tres leguas, y quise aprovechar una madrugada para ir ú visitar esa mouum¡mtal y tradicional villa. Se pasa por la montaíia de Arbel, donde fué sepultada Dina, hija de Jacoh; esta montaíia estú llena de cavernas, que eran habitaciones de ladrones. Después se llega á las ruinas de BetsaiJa, patria ele San Pedro, San FebJJe y San ilndrés; cuaudo llegué á Cafarnaúm el calor era abrasador; esta ciudad es donde Jesucrif:;to habitó mientras duraron loR treB aíios de predicación; hoy Cafarnaúrn tiene sólo 1Opobres chozas habitadas por beduínos. Las ruiuas de esta tradicional villa se ex– tienden haRta el lago de Tiberíades; algunas palme– ras la cercan. que le sirven de adorno. Allí se halla el sitio cloude estaba la casa de la suegra de San Pedro, y al lado donde vivió la Santísima Yirgen con Jesús, que sería una parte de la referida casa. De vuelta á .Na::.,1ret, para ir á .l11onte Carmelo, se pasa por el monte de las Bienaventuranzas; allí estú el
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