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DE NAZARET J. TinERÍADEB. 233 levantadas, de unos tres metros, y me detuvieron: yo les hice comprender que mi criado venía detrás y después de mucho hablarme sin poderles entender me llevaron prisionero á sus cuevas, que están de– bajo de tierra, y allí me cercaron unos cuantos pidiéndome dinero; gracias á que llegó mi turco y se entendió con ellos, exigiéndome les diese 15 pesetas, con cuyo corto rescate quedaba en libertad: más valía el susto que me dieron; pero, según me dijeron, demasiado bien escapé; pues á otros los roban, desnudan, apalean, etc., y no hay á quién quejarse; el turco fué reprendido por haber– me dejado solo y con el miedo consiguiente estuve haRta que llegamos á Tiberíades, donde los Padres Franciscanos me acusaron de temerario por ha– berme expuesto viniendo solo por el llano peligroso del Tabor. Tiberíades, antigua capital de Galilea, es pobla– ción de 4.000 habitantes, la mayor parte judíos; los Padres Franciscanos tienen su convento, hospicio é iglesia donde reciben los peregrinos. El altar mayor de la iglesia es el lugar donde Nuestro Señor Jesu– cristo entregó las llaves á San Pedro, diciéndole: t!t es Petrus, etc. Pasee a911os meas, etc. Apacienta mis ovejas y mis corderos. Este lugar fué santificado por Jesucristo y los Apóstoles; el lago es bastante gran– de, tiene unos 600 metros de ancho por seiR leguas de largo; le atraviesa el Jordán. Aquí tuvo lugar la pesca milagrosa; en este lago cogió San Pedro el pez que llevaba el dinero en la boca, con el cual Jesucristo pagó el tributo por El y San Pedro. Estos peces son muy g·randes y raros, con gran cabeza y boca. Me embarqué y recorrí el lago con el superior del convento, cogiendo con an– zuelo un pez de los llamados de San Pedro, cuya carne es gustosa y alimenticia.
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