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DE DEJENINA J NAZARET. 229 pasarán de 300, todos pobres y poco aseados. Se sigue siempre el mismo camino de la derecha y se entra en Nazaret. Aquí me recibieron los Padres Franciscanos con la amabilidad que les es común y me obFequiaron en gran manera. De Nazaret ya he hablado en el capítulo XIX de la historia de la Santa Casa con los detalles de la iglesia, casa de la Sagrada Familia y pobla– ción: ahora, por lo tanto, me ocuparé de lo que allí no he tratado. Nazaret tendrá unos 6.000 habitantes, 1.000 serán católicos y los otros maronitas, griegos y mu– sulmanes; esta ciudad está en la actualidad flore– ciente, con g-randes comercios y sobre todo agricul– tura. Después de haber visitado el sitio donde estaba la Santa Casa de Loreto, donde encarnó el Verbo Divino, etc., se ve á las afueras la fuente de la San– tísima Virgen, que es donde la :Madre del Salvador iba por agua con frecuencia: hoy se halla venerado este lugar y acueducto por una iglesia de ¡zriegos que lo cerca todo; á corta distancia se visita el Taller de San Jvsr, que es donde trabajaba con Jesús. Los PP. Franciscanos compraron este sitio con gran trabajo y fabricaron una hermosa capilla, don– de dicen Misa, llamada el Taller del Patriarca San Jo.~é. A corta distancia se visita la Sinagoga de Na!;aret, que fué donde Jesucristo interpretó las profecías y los habitantes de Nazaret le arrojaron de la Sinago– ga y le persiguieron queriendo precipitarle desde lo alto del despeñadero, y Jesús desapareció. (San Lucas, cap. 4.) Después se visita la 11/ensa Cliristi, que es el lugar donde Jesucristo, después de resucitado, comió con sus discípulos sobre una gran piedra de la montaña y por eso se llama .lJJesa de Jesucristo; es una gran.
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