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226 VIAJE Á TIERRA SANTA. luz y á e1la nos dirigimos, hallando á un santón de 1\Iahoma que estaba en su mezquita; éste tuvo ú bien decirnos que m,ttíbamm; á una legua del pue– blo que buscabamos, y nos errneüó el Rendero, que era contrario ú la dirección que llovúbamos: gra– ciaR á DioR qne á laR tres de la madrngacla entra– moR en Dejeni,ia, habiendo empleado en cuatro millaR catorce horas: el hambre que teniamos era devoradora, cmrnados y fritos de hm penoso camino. Dejenina es la antigua En_q1111nin, ciudad leYitica de la tribu de Isacar, en la frontera de Galilea y de Samaria; en este pueblo :rs-uestro Sefi.or Jesucrif,to curó á los diez leprosos, y uno solo le dió las gra– cias (como dice el Evang·elio de San Juan, capí– tulo XVII). Esta población se halla al pie de una nrontafía, á la entrada de la llanura de Esdrelón; está cer– cada de palmeras, que le dan un aspecto agradable. La población es de ~3.000 habitantes, la mayor parte musulmanes. Aquí estuvimos el resto· de la noche y por la mañana ci las nueve salimos para Nazaret, después de haber cclcbratlo el Santo Sacri– ficio de la l\Iirn. CAPÍTULO XXXVIII. DE DEJE~INA .l NAZARET • Desde Dejenina á S11l1 1 n hay tres leguas y media atravesando la gran llanma de Hsdrelári; esta llanu– ra ó desierto es el más célebre y el más hermoso de Palestina: tiene l:l leguas de largo y cinco de ancho; pero los peregrinos deben ir preparados por el calor que se pasa en este desierto y la falta de agua. A la derecha se deja la montaña de Ell.Joe, célebre por el
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