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DE NAPLt:SA Á DEJENINA. 225 A poco se atraviesa el valle de Betulia, que es una hermosa llanura donde .Jfatiasés, esposo de Judit, re– cibió un fuerte golpe de sol, del cual murió; hoy se llama la pradera sumergida; este nombre le viene porque en el invierno á causa de las lluvias queda casi toda inundada. Ya estaba para ocultarse el sol cuando pasamos por el pueblo de Kabatié, bastante grande y todo de musulmanes fanáticos y malos. Sin bajar de las ca– ballerfos estuvimos saludando al :Mü,ionero, Cura de los pocos cristianos, que además tienen hospedería para recibir los peregrinos; el cual nos invitó á quedarnos. Yo sentí verdaderamente no hubiesen consentido los compaiíeros, sobre todo el Misionero hebreo que decía le eRperaba un amigo suyo que es– taba dt~ llfü,ionero en Dejenina y que este pueblo dis– taba Rólo doR horas. Seguimos la marcha confiados en que algunos sabían el camino, y á los 15 minutos de Kabatié, ya de noche y que oRcurecía cada vez miis, en lugar de tomar el sendero de la derecha :c:e tomó el de la izquierda, y á la llora de camino nos hallúbamos sin saber nuestro paradero: perdimos el rumbo y marchando de un lado para otro subimos ú un mon– te, en el cual estuvimos dando vueltas sin encontrar salida. Saltando cercas de piedras estuvimos toda la noche, y á eso de la una ele la mafíana, interrníndo– nos cada vez mús en un bosque, tuvimos la desgra– cia de pa,;ar por una cueva, de donde nos salió una hiena, la cual uos hubiera devorado úno ser que los turcos que nos acompafíaban le tiraron una descar– ga y huyó el animal, apretando nosotros {1 lascaba– llerías llenos del miedo consiguiente. Nos encomen– damos á todos los Santos, soLre todo á. la Santísima Yirgen y San José, que habían recorrido aquel ca– mino en su lrnída á Egipto. Vimos ú lo lejos una 1G
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