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DE JERC'SALÉN Á NAPLCSA. 221 tuvo la noche del domingo una circuncisión y cele– bró gran fiesta, convidamlo al Cura ú comer y ú los Misioneros que estábamos con él: no quisimos asis– tir ú la circuncisión; pero aceptamos la comida. A las nueve de la noche lleg·amos á la casa de ,~loussa Fakiani, que nos recibió con las inclinaeio– nes de rúbrica: hablaba algo el francés, y así nos entendíamos: veRtía enagnaR turcas de seda verde y eneima una gran bata de hilo, <lo colm· de paja, con cinturón y alfonje damasquino. La mujer prefe– rida llevaba veRti(lo ú la europea, de color (le na– ranja, con gran cola (que era la primera vez rp10 Re lo ponía); allí había varios turcos amigos y multi– tud de militares. En la pnerta estaban los moros de la ciudad con antorchas v tocando instrumentos: cuando Ruspondían la mú~ica, gritaban y aullaban con vocCR atronadoraR. Cuando entramos en la fiala, eRtaban los convi– dados sentados en cojiues; los que me acompañaban y yo nos Rentamos en un rnfü que había; tr,1jeron en seguida las pipas larg·as, para cada uno la fiU,Ya, y quieras e'¡ 110 quieras, era de rúbrica fumar autes de comer. Sentados en las mesa¡.;, empezaron :i servir la comida turca, rara por tutlus eunceptus. Lo pri– mel'íl fué la sopa, de una pasta amarga que no pude tragar; siguieron las caml~S asadas, y lle,.;¡més arroz en pámpanos de parra, ósea en las hojas ele vi:ila: yo 110 pude comerlo, aunque elloR decían que era ex– quiRito; luego pepino¡.; rellenos de arroz lllW fueron saludado¡:; por mí como el plato anterior; siguió arroz en dulce, pues el arroz es lo que mús les gusta; pos– tres en abundancia, aceitunas y Ralchichón; vinos de tres clascR, que era pareciüo á la sidra; en fin, la comida fnó buena, y para los del país era un bam¡uete; después cada uno se tomó dos, tres ó cuatro tazas de café; pero tazas como deJ.ales, y
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