BCCCAP00000000000000000000534

DE J.AFFA Á JERUSALÉN, 179 llos de corto vecindario, que sería largo enumerar, siendo uno de los principales Bei Nuba, que era ciu– dad sacerdotal. Aquí fué donde el g·ran sacerdote Akimelech dió á David los panes de la proposición y en recompensa David le mandó la espada de Goliat. Saúl habiéndo– ¡;,e ei1terado de la amistad que había entre Akime– lech y David, al pasar en persecución de éste, hizo matar al gran sacerdote y 45 más con todo lo que había á su servicio sin 1rnrdonar ni los animales. En este lugar Dimas·, llamado después el Buen La– drón, que murió al lado de Jesucristo, tenía su casa y residencia. Como anduvimos toda la noche y la oscuridad era grande, llevábamos el miedo que es consig·uien– te, y más al Raber que aquellos valles estaban pobla– dos de beduínos; tres solamente íbamos en el coche y el mukre que conducía; el carruaje era bastante viejo, con grandes ventanas por detrás y á los lados sin llevar ningún cristal. Serían las dos de la maña– na, cuando un incidente vino á ponernos en expec– tación; iban las caballerías al paso y de pronto sen– timos por detrás que nos tiraban de ]a ropa pidien– do bachicha y tabaco; al mismo tiempo pararon las caballerías y nos hallamos con cinco beduínos casi desnudos, de color de tierra, que con voz imperati– va nos obligaban les diésemos dinero y tabaco; nos vimos obligados á complacerles dándoles á cada uno cuatro piastras y el tabaco que llevábamos; de este modo pudieron alejame, ::mplicando nosotros al con– ductor aligerase cuanto pudiese, temiendo una nue– va emboscada de salteadores. Un rico alemán que me acompañaba iba tem– blando de miedo, v tocándome con frecuencia en el codo, me decía en francés: ¿Lleva Vd. algún arma de fnego1 A lo cual yo respondí: no, señor; la defensa

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz