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166 YIAJE Á TIEnI\A SANTA. todos mis pasos llevado como de la mano de su amor maternal, y me introdujo primero en la Orden Será– fica de los Padres Capuchinos de Francia, y ya re– vestido del car{1cter ele 11isionero, dispuso viniese á la fundación de los conventos de España, y última– mente destinado á la Santa Casa de Loreto, como miembro de aquella Comunidad. Pero habiendo muerto mis hermanos y hallándo– se mis padres necesitados, obtuvieron un Breve pon– tificio en el cual me ordenaba Su Santidad volver al lado de éstos mientras tuviesen necesidad de mi ayu– da para su sustentación; á los dos años de estar á su lado, me ofrecieron pagarme de limosna el viaje, si quería ir á Tierra Santa, y aproveché tan providen– cial coyuntura, ocasión que no se repetiría de nuevo en la vida. En l." de Mayo de 188G salí de Madrid en el tren del Norte, con el propósito de pedir la bendición de la Santísima Virgen de Lourdes; elije la santa l\lisa en la Gruta y emprendí la marcha hasta Marsella, donde visité á la Santísima Virgen de la Guardia, Patrona de los navegantes y marineros, pidiéndole· postrado ante su gigantesca estatua, me protegiese contra la furia de las olas y la inconstancia de los mares; lleno de alegría, creyéndome seguro de todo peligro, seguí mi camino hasta la Santa Casa de Loreto, pidiendo á la divina Nazarena se dignase ser mi compañera en su país natal de Palestina y me allanase las sendas, limpiandolas de los escollos que suelen encontrarse en aquellos remotos países. En todos los sitios de mi tránsito una voz interior ha– blaba :.í mi corazón y le decía: no temas, que este Angel de Loreto te librará de todos los peligros; ofre– ciéndole entonces escribir la presente Historia si con bien hacía mi peregrinación. De allí fuí á Nápoles, última ciudad que podia andar por tierra y la más
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