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DE MADRID J. N.lPOLES, 165 con 1as muelas necesarias, un parasol, un manto blanco ligero y unos botillos <le doble suela. El dinero no debe llevarse consigo en el viaje por temor de ser robado; es mejor girarlo por el Cré– dito Lionés, bien sea á Alejandría ó á Jerusalén, y sólo llevar consigo lo necesario: ele lo contrario debe tenerlo el peregrino en un cinturón de cuero pega– do ú la cintura. Hecha eAta ligera indicación de los preparativos para el vinje, manifestaré brevemente mi peregri– nación á Tierra Santa, que con Aanto contento y Aa– tisfacciún he hecho, pudiendo decir con el anciano Simeón: «¡Ya, oh Dios mío, han viAto mis ojos lo que deseaban; podéiR llc-rnrme cuando gustéis á la mansión eterna, pue:;; muero en paz después de ha– ber visto y adorado aquella bendita tierra, regada por vuestra preciosa ::-:angre para nuestra salvación y la de todo el mundo!» CAPÍTULO XXIX. SALIDA DE MADRID, LOURDES, MARSELLA, LORETO Y NiÍ.POLES. Desde mi niñez había oído hablar con entusias– mo de ciertas personas que, en peregrinación, visi– taron los Santos Lugares, y entre ellos multitud de Santos cuya vida leía con a-vidcz, grabando en mi imaginación todo lo que había má:;, notable en Pa– lestina; así es que despertó en mí un deseo vehemen– te de visitar Jerusalén, pero en mi clase y estado de modesto estudiante no me era posible conseguirlo; rogué, pedí á la Santísima Virgen me facilitase los medios de efectuarlo, y esa Madre de misericordia que escucha siempre las plegarias de sus hijos, guió

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