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144 DEVOCIÓN .{ LA VIRGEN DE LORETO. el primer ejemplo, pues á los pocos días de haber llegado á aquel país la Santa Casa, se apresuraron á dedicar á la Virgen de Loreto una iglesia y altar que Benito XII enriqueció con tantas indulgencias hace más de quinientos años. Los historiadores atribuyen á Carlos II, que vi– vía cuando la traslación tuvo lugar, la fundación de las ig-lesias de Nuestra Señora de Loreto, en Ná– poles y E'x, de la Provenza. Hay iglesias dedicad~s á la Santísima Virgen 4e Loreto en Palcrmo, Mesma, Aversa, Cremona, Mi– lán, Ala, Blafama, Tirol y Sevilla; la de Madrid fué derribada, y en la actualidad se reedifica á las afueras de la corte, estando la santa imagen de la Virgen depositada en la iglesia Real de Santa Isa– bel: hay también varias en las otras provincias de España. En Portugal se conservan varias iglesias bajo este título, y su devoción foé grande á la Virgen de Loreto, por el milagro de la piedra de que ya hablé, que devolvió el Obispo de Coimbra. En Roma hay tres; una en la plaza de Trajano, la segunda en la calle que va del Coliseo á San Juan de Letrán, y la tercera es la conocida con el nom– bre que ha llevado hasta el siglo XVII de San Sal– vador de los Laureles; hoy se llama de Loreto. En E,;poleto hay otra fuera de muros, cerca de las puertas de la ciudad. Otra en Viena, en París, en Issy, en Alejandría, en Mantua, y otros muchos santuarios dedicados á la Santísima Virgen de Loreto se hallan en diversas naciones y provincias que sería largo enumerar. Pero por muy crecido que parezca el número de iglesias erigidas bajo este título milagroso y el de capillas que reproducen las formas de la Santa Casa, no dejan de ser aún bastante escasas.
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