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INTERIOR DE LA SANTA CAB.A.• 139 por la osadía de manos sacrílegas, los bajo relieves de plata y los mosáicos de piedras preciosas, con que le habían adornado los Grandes Duques de Tos– cana. En el interior de este altar está encerrado el que procede de Nazaret, el cual puede verse y adorarse de los peregrinos por medio de una puerta dis– puesta al efecto. Es más pequeño que los que se usan en nuestros días, y construído de piedras más grandes, y con más regularidad talladas que las de los santos muros. Dos puertas abiertas en la verja, á ambos lados del altar, permiten pasar directamente de esta parte de la capilla á la segunda, llamada del Santu Camino. Al pie del muro occidental una de las vigas que sostienen la techumbre está incrustada en el piso de mármol, y resiste mejor que el mismo :nármol el ro– zamiento de las rodillas y de los piés de los fieles. En este mismo muro del Poniente está abierta la única ventana llamada del Angel, que daba luz á la Santa Casa, y que fué algo agrandada cuando se eje– cutaron las obras de Clemente VII. Encima de ella está suspendida la cruz griega, de que ya me he ocupado; el Crucifijo pintado sobre el lienzo que la envuelve está todavía perfectamente visible. La antigua puerta por la que se comunicaba en Nazaret la Santa Casa con las grutas, está colo– cada en el muro del Norte, un poco más allá, y se reconoce por el dintel y uno de los postes de cedro ó de ciprés que se conservan en su puesto. En el mismo lado se encuentra, encerrado en un armario de caoba, el armario que servía á la Santa Familia. Tiene 78 centímetros de alto por 58 de an– cho y de 30 á 40 de fondo. La plancha que le divide en dos partes penetra en el interior del muro, sin

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