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LA BASÍLICA LAURETANA. 137 sitacióri, y el otro á Jesús y María en Belén. El pro– feta Jeremías á la izquierda, y la Sibila Líbica, que está encima, Ezequiel á la derecha y la Sibila Pérsica. Al muro del Mediodía Zacarías, la Sibila Eritea y los pastores en el portal de Belén. En los ángulos superiores de las puertas las armas de los Médicis, David, la Sibila de Cumes, la adoración de los Ma– gos, Malaquías y la Sibila Délfica. En el muro oriental, Moisés, la Sibila Samiana, las cuatro traslaciones de la Santa Casa, la muerte de la Santísima Virgen, Balaán y la Sibila Cumana. En el muro del Norte, Isaías y la Sibila Olespón– tica, la Natividad de la Santísima Virgen, Daniel, la Sibila Trizia, los desposorios de la Santísima Virgen, Amós y la Sibila de Tibur. Sería injusto si me olvidara consignar que lo::; célebres artistas Jurn de la Posta, Nicolás Trívolo, Dominico Daimo, Aurelio Lombardo, Simón Cioli y otros muchos, verdaderos servidores de María, no quisieron recibir ninguna clase de retribución por su trabajo. Las cuatro puertas de bronce, de Jerónimo Lom– bardo, merecen Rer citadas, aun después de haber admirado las ele la Basílica. En la primera, encima de la Natividad de Nues– tro Señor, en el muro del Mediodía, está represen– tada la Encarnación del Verbo. En la segunda, del Santo Camino, la adoración de los Magos y Jesús en medio de lm; doctores. En la tercera, de la escalera de la bóveda, la Flagela– ción y la Oración del huerto. En la cuarta, Jesús con la cruz á cuestas y Nuestro Señor crucificado. Del interior ele la Santa Casa me ocuparé en el siguien– te capítulo. Al salir de la Basílica y subiendo por la calle de

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