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LA llABÍLICA LAURETANA. 135 los mismos fieles en una arca de caudales, de me– tal, situada debajo de la estatua en el Sacro Camino: Esta arca se abre dos veces al año. El valor de estas ofrendas ha variado según los tiempos, habiéndose elevado ii 11\0.000 pesetas en el trascurso de los siglos XVI y XVII; descendiendo á 28.000 pesetas á fines del siglo XVIII. En la actualidad la tendencia es á subir nueva– mente, y produce por término medio de 35 á 40.000 pesetas cada año. Este dinero se emplea en obras piadosas y limosnas. La Santa Casa en todo tiempo ha ejercitado ge– nerosamente la ho:::;pitalidau. Las limosnas de los ricos facilitan el pan para los pobres. En el siglo XV, Nicolás de le Asté, Obispo de Recanati, legó á la Santa Casa toda su fortuna, fun– dándose en que «las casas de la Basílica debían te– nerlas para los pobres.» Los ho:::;pitales, hospicios, asilos é innumerables institutos de la piedad de Loreto, cuentan con estos recursos de las limosnas y viven de las rentas de la Casa de María. Los I)enitenciarim,, que representan á las dife– rentes naciones de Europa, están enc'.argados de distribuir estos socorros á los peregrinos de su país que de ellos necesitan. Las renta::; fijas de la Santa Casa proceden de los bienes inmuebles que han sido dados por los Roma– nos Pontífices, y algunos también por los fieles par– ticulares. Ascienden á 380.000 pesetas, destinadas, á más de las obras que acabo de mencionar, á la conser– vación y sostenimiento del santuario, de la Basílica y del palacio apostólico, del capítulo de los Sacerdo– tes, de los Religiosos y de los muchos sirvientes

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