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LA BASÍLICA LAURETANA. 131 sición general, así como la gracia de los detalles. Loreto disfruta, como San Pedro de Roma, el privilegio de tener en sus altares cuadros de los grandes maestros que el mosáico ha hecho eternos. El servicio de la Basílica está desempeñado por un numeroso Clero, compuesto, además del Obispo, de Canónigos, Beneficiados y Capellanes: los Peni– tenciarios, elegidos desde Clemente XIV de la Orden de num,tro Padre San Francisco, de Menores Con– ventuales, reciben las confesiones de los peregrinos; el cuidado de alumbrar las lámparas, de limpiar la Santa Casa y sellar las campanitas y escudillas, todo esto es de los Reverendos PP. Capuchinos. Canónigos, Penitenciarios, Capuchinos y todos los servidores de :M:aría, parece que no están en Lo– reto, sino para ponerse al servicio de sus hijos, que vienen á visitarla en su propia Casa; pudiendo estar seguros los fieles peregrmos de encontrar los cuida– dos más. solícitos y las más delicadas atenciones de la hospitalidad cristiana; sólo la fe es capaz de ins– pirar y sostener este obsequioso comportamiento, s~jeto á nuevas pruebas toqos loR días. CAPÍTULO XXV. LA BASÍLICA LAl'RETANA. La Basílica de Loreto tiene la forma de una cruz latina y es de tres naves. En el centro se eleva la cúpula. La nave principal tiene en sus costados doce ca– pillas, seis á la derecha y seis á la izquierda. El coro del Cabildo está situado en el brazo de– recho de la cruz, el cual termina, igualmente que los otros dos, por tres capillas en forma de ábside.
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