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124 SAN FRANCISCO Y OTROS SANTOS DE SU ORDEN obtenido alguna gracia señalada en la Santa Casa de Loreto. Hay cosas tan estupendas, que ninguna leng·ua humana sabría expresar; pero lo poco que se les ha escapado á algunos Santos, me permite ahora dar algo en el secreto de su santidad y en los misterios de gracias que encierra la Casa de María. En el siglo XV Pedro Traversini, Vicario general de los Carmelitas, obligado á abandonar ~'t Loreto con sus hermanos, arrojados de allí por un aire entonces pestilente, expresó en un dístico latino sentimientos que ningún peregrino deja de compartir con fH desde entonces, en más ó menos grado, al despedirse del bendito santuario: «¡Ay de mí, que voy á separarme para siempre del aposento en que la Virgen conci– bió al Salvador! Esto es hecho, yo muero, porque sin esta dichosa Casa de María, ¿qué vida puede que– darme?)) San Francisco de Sales fué dos veces á Loreto en peregrinación siendo joven todavía en cumplimien– to de un voto; una vez terminados sus estudios en Padua, se trasladó á Roma, oró en la tumba de los Apóstoles y desde allí regresó á visitar la Casa de Maria. Apenas hubo doblado las rodillas en este mara– villoso santuario, que como si hubiese entrado en un horno encendido, se sintió inflamado de una caridad extraordinaria. Considerando que allí había vivido el Hijo de Dios con María y José, que alli habían orado, traba– jado, descansado y se habían alimentado, besó con grandes muestras de devoción aquella tierra santa, aquellas sagradas paredes y las regó con lágrimas piadosas. En recompensa de tanto fervor, Dios le concedió gracias extraordinarias. Pronto se le vió arrebatado en éxtasis, y mien-

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