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LA VIRGEN PROTEGE Á LAS ARMAS CRISTIANAS. 119 -¡--------------------- fesionarios y se balancea sobre la cabeza de los pe– nitentes y de los confesores, y en fin, vuelve á en– trar en la Santa Casa, se detiene delante del antiguo Crucifijo, como para saludarle, y se remonta lenta– mente por los .aires, dejando todos los corazones arrebatadoR é inflamados en este verdadero fuego del cielo, del que era imagen aquel otro. Es imposible describir los milagros y portentos obtenidos por la Santísima Virgen, y cansaría de– masiado á mis lectores, si quisiera manifestarles to– das las gracias que se han conseguido en la Santa Casa. Deben persuadirse los fieles, que entre todos los santuarios de María, en ninguno como en este es donde la Santísima Virgen se ha mostrado lo que es siempre y lo cine ha sido en la Iglesia de Jesucristo; el socorro, el refugio de los cristianos y la Madre de la misericordia y de la gracia. La Virgen de Loreto da la salud á los enfermos y la paz y alegría á las almas afligidas; sostiene y le– vanta á la inocencia oprimida y no rechaza al cul– pable; triunfa de la muerte y la hace someter á la vida. f,Quién podrá explicar ni aún seguir en su curso y en su desbordamiento ese manantial de gracias y virtudes, siempre abierto y siempre fecundo en el seno de la Iglesia'? Un velo espeso cubre estas operaciones misterio– sas de amor y misericordia, y apenas si yo podré le– vantar una puntita y entrever una sombra de tales maravillas cuando hable de algunas peregrinacio– nes hechas á la Santa Casa de Loreto y nombre los más conocidos peregrinos que la han visitado. CAPÍTULO XXIII. NUESTRO PADRE SAN FRANCISCO DE ASÍS Y OTROS SANTOS DE SU ORDEN EN LORETO. El gran secreto de la traslación milagrosa de la

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