BCCCAP00000000000000000000534
118 LA VIRGEN PROTEGE Á LAS ARMAS CRISTIANAS. abrir el tesoro de sus gracias extraordinarias y con– vidaba á los fieles á que vinieran á disfrutarlas. · En los días que siguieron á este suceso, gran número de enfermos recobraron la salud al pie del altar; mientras que otros infelices, poseídos del de– monio, veían por fin romperse sus cadenas, bajo cuyo peso habían llorado tantos años. Al siguiente año esas mismas llamas se presen– taron de nuevo, pero esta vez con circunstancias más extraordinarias. Predicaba, segün costumbre en la Basílica, á eso del medio día un Religioso, cuando de pronto apa– recen brillantes fuegos que, descendiendo de la cú– pula sobre la Santa Casa, se extienden, se dilatan, se esparcen sobre la multitud que escuchaba la pa– labra de Dios y la envuelven como en una nube de luz; un sentimiento de inefable consuelo llena al mismo tiempo á las almas y apenas si deja lugar al asombro: todos absortos á la gracia que les inunda, los corazones se encienden en amor y piedad. El P. Riera estaba presente. Se arrodilla sobre las losas y se siente inundado de una alegría celes– tial que le hizo pasar muchos días entregado á los dulces trasportes de amor de Dios y de tierna devo– ción áMaría. En el semblante de cuantos le rodeaban, en sus miradas, en todos sus ademanes leía la expre– sión de los mismos sentimientos de que él estaba lleno. Dos años después, otro Religioso predicaba en la capilla del coro de los Canónigos; los Penitencia– rios oían la confesión de los peregrinos y algunos fieles oraban en el interior del santuario; una llama en forma de cometa se destaca de lo alto de la cú– pula; desciende sobre la Santa Casa, y un momento q_ueda suspendida sobre su bóveda; enseguida se di– rige al púlpito; después, volviendo á la izquierda, va á aquella parte de la iglesia donde estaban los con-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz