BCCCAP00000000000000000000534

114 LA VIRGEN PROTEGE Á LAS ARMAS CRISTIANAS. aquella célebre flota que al destruir su poderío en Lepanto había de contener sus progresos en el Occi– dente, y al mismo tiempo daba sus órdenes para que empezaran en la Casa de la Santísima Virgen de Loreto las rogativas y oraciones públicas, que sólo debían cesar el día de la victoria que esperaban ob– tener de la Madre y auxilio de los cristianos. Tantos y tan piadosos votos no podían menos de ser prontamente escuchados. El viento, al principio de la batalla contrario á los cristianos, por un cambio súbito é inesperado, que parece un milagro, se vuelve contra los turcos, arro– Jª sobre ellos el humo del combate y paraliza el mo– vimiento de sus barcos. Desde este momento el éxito tle la jornada está decidido. El Santo Pontífice Pío V, arrebatado en éxtasis, asistía desde una ventana del Vaticano á la victoria de la Iglesia y la anunciaba á su Corte en los mo– mentos mismos que los heróicos confederados aca– baban de destruir esta flota hasta entonces inven– cible. Gracias mil dió Pío V á la Santísima Virgen de Loreto, y añadió con este motivo á las letanías Lau– retanas el nuevo título Auxilium C!tristianorum, soco– rro de los cristianos, con el cual desde esa época in– vocamos á la Santísima Virgen de Loreto. Aunque está fuera de duda que el Papa Pío V invocó á la Santísima Virgen de Loreto y le encomendó la vic– toria en la batalla de Lepanto, aumentando en ac– ción de gracias á la letanía Lauretana (por ser de– dicada exclusivamente á la Virgen de Loreto) el tí– tulo de Auxilium Christianorum, como consta de una Bula del citado Pontífice, no por eso debe entender– se que se atribuya la victoria en Lepanto á la San– tísima Virgen bajo el título de Loreto, toda vez que

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz