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LA VIRGEN DEFIENDE SU CASA Y RIQUEZAS. 10\J Esta vez ya no queda la menor duda, y en su consecuencia dispone que su Capellán, que había arrancado la piedra de las santas paredes, fuera él mismo á devolverla á Loreto. AJ;lenas Stella había salido de Trento, cuando ya el Obispo se sintió notablemente mejorado v le man– dó un correo rogándole forzara su marcha~ A medida que Stella se aproximaba á Loreto, el enfermo iba recobrando sus fuerzas, quedando com– pletamente restablecida su salud en el momento mismo que la piedra fué restituida á la Santa Casa. Stella, cambiando á menudo de caballo y viajan– do noche y día, pudo recorrer en cuatro días la. misma distancia que antes le había costado un mes entero; y ciertamente que un viaje tan rúpido, en una estación como esa, tiene también algo de ex– traordinario. La piedra fué recibida en las afueras de la ciu– dad, llevada en triunfo alrededor de sus cercas en una proce:;;ión en que el Clero de Loreto de:;;plegó la mayor pompa, y colocada solemnemente en el mis– mo sitio de donde fué arrancada dos mese,; antes. El Obispo de Coirnbra entregó al mismo tiempo que la piedra una carta á Stella para. el Obispo y gobernador, en la que les daba cuenta de todo lo que había sucedido. La carta, entre otras cosas, dice: «Juan, Obis– >>po de Coimbra, al Prefecto gobernador de Lo– »reto. Por la gran devoción que siempre he tenido á »la Virgen de Loreto y á su Santa Casa, pude con– »seguir, después de grand.es instancias, qne Su San– »tidad me autorizase parn poder tomar uua pietlra »de la Santa Casa ..... Mas Dios y su Santísima Ma– ))dre me hicieron conocer que debía volver ú Lorcto ),la piedra recogida; pues una enfermedad penosa en »medio de angustias, vino á quitar rni tranquilidad
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