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102 DIOS PROTEGE LOS DEVOTOS DE LA. VIRGEN. Habiendo sido hecho prisionero por los turcos up. Sacerdote de la Dalmacia y obligado por éstos á que abjurara la religión cristiana, sostenía su valor in– trépido invocando á cada instante y en alta voz los sagrados nombres de Jesús y María. Instado por aquéllos á que dijera por qué tenía sin cesar esos nombres en sus labios, respondió: «Es que los llevo grabados en lo más hondo de mis entrañas.» «&Sí'? Pues si no abjuras de ellos te los arrancaremos jun– tamente con las entraílas.» «Podéis arrancarme las entrañas, pero no me quitaréis jamús ni á Jesús ni á María.» Al punto se precipitan los bárbaros sobre él para ejecutar sus amenazas; y el Sacerdote, en– comendándose á Nuestra Señora de Loreto, hace voto de ir en peregrinación á su Casa bemlita si le conserva la vida. Los verdugos le abren el pecho, y juntando el insulto y la burla á la crueldad, le po– nen en las manos sus propias entraílas y le dicen: Anda, vete á tu Yirgen de Loreto y llévala esas entraiias, donde tú dices que reside. Sostenido por un milagro de la omnipotencia di– vina y sorprendido él el primero de no sucumbir á semejante suplicio, el Sacerdote se pone en camino; los pueblos salen en tropel ú su paso y contemplan con estupor este increíble prodigio. La distancia era larga y sólo al cabo de muchos días de viaje hace su entrada en Loreto en el mismo estado en que le habían puesto los turcos, refiriendo ú todos lo que le había pasado, aunque su sola pre– sencia hablaba más elocuentemente que su voz; y habiéndose prosternado ante el altar de la Santa Casa, recibiendo todos los auxilios que la Iglesia re– serva á los moribundos, entregó su alma en las ma– nos de la Santísima Virgen, en cuyo nombre acaba– ba de sufrir un martirio tan prolongado corno cruel. Durante a1gunos días quedaron expuestas al pú-