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-43- divino Hijo, y a quien se le han encomenda– do en el momento s_upremo y en la hora más solemne de la vida, herencia divina que la · dejó Jesucristo desde el árbol de la Cruz. Sí, oh Madre amantísima; somos vuestras ovejitas más necesitadas, venimos a implorar vuestra ayuda y vuestro consuelo; ponemos en Vos, toda nuestra esperanza, nos acoge– mos a vuestro manto maternal; defended1).os de nuestros enemigos, guiadnos por el cami– no del bien; no apartéis vuestra mirada cari– ñosq y benéfrca de nosotros y alcanza9nos la gracia de todas las gracias, la perseveran– cia final en la amistad con Dios, para 1 1 egar a gozar de la infinita verdad divina y de vuestra presencia en la eterna bienaventu– ranza. Amén. Medítese y pídase etc. Ejemplo La práctica de las tres Ave Marías ha sido siempre muy recomendada y alabada de los Santos, esp<!cial– mente de San Antonio de Padua, Santa Gertrudis y San . Leonardo de Puerto Mauricio. El gran misionero frat– ciscano capuchino P. Fr. Juan Bautista, refiere en su Opúsculo «Las tres Ave Marías» que recomendaba siem– pre en sus misiones el rezo de las tres Ave Marías. Cierto día se le presenta un joven, a quien preguntó

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