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-42- liente. Prerrogativa que atrae las miradas de todos sus hijos en todos los momentos de la vida, pero singularmente en los trances de la tribulación y de la angustia tan frecuentes en este valle de lágrimas. Con razón la vemos simbolizada en el arco Iris, signo .de espe– ranza y de consuelo. Nuestros ojos se levan– tan ansiosos para comtemplar a este Iris de la misericordia y nuestros corazones suspi– ran invocando su dulcísimo nombre. Alabe– mos la infinita bondad de Dios que quiso darnos por Madre a su propia Madre, que es la alegría de los cielos y el dichoso imán de todos nuestros corazones; una Madre que es a la vez abogada nuestra ante su divino Hijo y cuyas súplicas son como verdaderos man– datos, en sentir de San Pedro Damiano; una Madre, que es la Tesorera del cielo con fa– cultad de repartirlos a voluntad entre sus hi– jos; una Madre triunfadora de la serpiente infernal, a quien holló con su planta virginal e inmaculada; una .Madre, Reina universal de cielos y tierra, a cuya voluntad han de sujetarse todas las voluntades; una Madre, solícita y vigílantísima Pastora de las almas redimidas con la preciosísima sangre de su