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dama el seráfico Doctor San Buenaventura, que nos ha destina1o por abogada a su mis– ma Madre y Señora de la gracial»-El glo– rioso título de Madre <le Dios la hace' pode– rosísima ante !:'1 mismo Dios, y ese es cc1- balmente 1 o que 1 a constituye verdadera abogada de los hombres. Si Betsabée todo lo podía con su hijo Salomón por el sólo hecho de ser su madre 1 ¿qué no podré., alcanzar la Virgen Santísima, Madre la más cariñosa del más amante y po– deroso de los hijos? Si Moisés hacía ,violen– cia al mismo Dios y desarmaba su brazo justiciero ¿cuánto mejor podrá María vencer el corazón de aquél Hijo a' quien tantas ve– ces estrechó entre sus brazos y alimentó con el néctar de sus pechos? , Si el profeta E lías tenía en, sus manos las llaves del cielo para rnrrarlo y abrirlo a su voluntad, ¿no tendrá mayor poder Ma,ría, la excelsa Madre de Dioos? «He aquí una doble maravilla, exclama San Bernardo; ·yo no sé que admirar más, si el milagro de la humtldad del Hijo o el milagro de la grande– za en la Madre. Que un Dios obedezca a una mujer, es una humildad ·que no tiene ejem-

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