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-15- sidad de ·un rey de lá tierra y la sapíentísíma e infinita largueza de Jesucristo. ¿Por yen'– tura podrá ser Jesucristo menos deferente con su .Madre Santisima que lo fqé Faraón con el inocente. José? Vemos no. obstante, qtie éste disponía de los bienes dd rey con _omnímoda Hbertad, persuadido de que en ello complacía a su Rey y Señor; ¿cuánto mas hemos de suponer· que acontece en la Santísima Virgen, siendo Ella Madre del R€'.y. Divino y .teniendd en sus manos\ las llaves de todos los tesoros del cielo? ¡Oh verdad consoladora! ¡Y cómo debemos agradecer al ,Divino Salva.dor esta bondad inmensa que. usa con nosotros constituyendo a su propia Madre y Madre nuestra,· Tesorera de to·das 11'!s gracias y dones celestiales! Ya podemos . ora.r tranquilos y confiados: Nuestra Madre · es la misma Ma.dre de Dios que tiene a su disposición todos Jos tesoros del. cielo, y su corazón materpal no le permitirá negar a sus hijos nada de cuanto éstos le pidan ton amor y confianza. S'í, la Virgen Santísima no se molesta por escuchar· tantas súplicas de sus hijos; ·antes por el·· contrario, oye con gU~to nuestros ruegos, des,ea <1rdientemente

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