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nos lleve a compartir nuestra visión de las cosas desde la fe pe– ro sin ninguna pretensión de proselitismo agobiante, dando tiempo al tiempo para que el Evangelio penetre en la vida y lle– gue a madurar a la persona, de modo que pueda proclamar con libertad: Creo en Dios que es Padre, Hijo y Espíritu, el cual en– vuelve y da sentido a la vida. 4.-CONSTRUCTORES DE LA PAZ El anuncio del Evangelio hecho desde una actitud de po– breza sólo puede desembocar en el anuncio de la paz. Francisco nació y creció en medio de una sociedad violenta. Su participa– ción real en la guerra le marcó, una vez convertido, para hacer– se mensajero de la paz. El saludo evangélico que dirigía a la gente:"El Señor te dé la paz", era un deseo comprometedor de que el Reino se hiciera realidad. Por eso a su empeño por anun– ciarla siguió la voluntad de conseguirla. El contenido de la paz ofrecida por Francisco se relaciona con la salvación mesiánica de la que es signo y, a la vez, conse– cuencia. Por tanto no es algo que se pueda conseguir solamente con la voluntad de evitar conflictos, sino que nace de esa aper– tura penitencial al hecho salvífico de Jesús muerto en la cruz para pacificar todas las cosas. La paz, como don de Espíritu, sólo es posible por el hecho de apoyarse el hombre de una forma absoluta en la realidad de Dios, el único en el que reside la úl– tima y definitiva solidez. Esta experiencia profunda de sentirse salvado y pacifica– do por Dios es lo que llevaba a Francisco a tratar de comunicar– lo a los demás; pero él sabía que para ser comunicadores de paz hay que dejarse antes pacificar ; de ahí que al describir el comportamiento de los hermanos cuando van por el mundo pon– ga como actitud fundamental la minoridad o el reconocimiento de que somos servidores del Reino construido sobre la paz. 14

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