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El contenido de este diálogo entre Francisco y el Sultán no lo conocemos, pero podemos hacer conjeturas por lo que sa– bemos sobre la apologética del tiempo y la actividad misionera de Francisco. Posiblemente se centraría en los puntos de diver– gencia y contraste: Cristo Hijo de Dios, contra Mahoma, após– tol de Dios; la Trinidad cristiana contra el monoteísmo absoluto del Islam; la Iglesia romana y su jerarquía contra la catolicidad sin clero de la comunidad islámica etc. Lo que de todo esto quedó grabado en la mente del Sultán tampoco lo sabemos. Sin embargo lo escuchó con atención rode– ado de los suyos: príncipes, jefes, militares, jurisconsultos y teó– logos. Las discusiones debieron escandalizar a estos últimos, pidiendo al Sultán que tomara medidas frente al "monje" provo– cador". El intento de evangelización fue un fracaso. El cronista Jordán de Giano lo resume diciendo que "Francisco se decidió a volver, ya que allí no podía hacer nada". Ignoramos si, poste– riormente, rumió mucho este fracaso misional entre infieles; de hecho no lo recuerda en ningún momento. Pero las recomenda– ciones que dejó a los frailes sobre la actitud y el modo de com– portarse entre infieles es una prueba de que aprendió bien la lección de no fiarse de las imágenes teóricas que sobre el Islam había producido la propaganda cristiana. Su experiencia en el diálogo con el Islam real le llevó a la conclusión de que la fe no se impone, y menos con las armas. - LOS QUE VAN ENTRE SARRACENOS Pretender evangelizar imponiendo la propia fe a cambio de que ellos renuncien a la suya es algo que va contra la propia dinámica de la misión apostólica y, apurando mucho, contra el sentido común. 11

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