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de cuanto nos rodea y1 nos ha de suoed.ler bu~no o ma¡Io. Por todas partes nos e~tán espiando seducciones, a:tractJvos y1 tenta[· ciones hacia el mal, col1l!o la triste experi,encia nos enseña~ Los hombres, las diversiones 1 lfü ocasiones Vld<!untarias o im– previstas, el respeto humano, el amot pirqplio, .el ,oirgul1o y1 nues'.'· tras propias pasiones desarregladas son otros tantos lazos o cadenas doradas que nos .ap 1 risionan y1 esclavizaµ... ¿Cómo piof– dremós preservarnos de todo 1o dañino? EscuciJJand:0 a Jesu\– cristo yi haciendo cuanto El nos enseña. A. ,eso v¡no a la tierra el divino Jesús. En los tres años de' su predicación ,enseñó u1na d:odrina ·com:– pletamente nueva, pura, sobrenatural y1 divrna; derramó luces celestiales sobr,e las almas, enseñando la ,excelencia y1 grandeza de las más altas virtudes, y1 acomp¡añá:nclo a su,, palabras lo!s o,jemplos más hermosos y1 :edificantes.· No ,es extraño que nos diga el Evangelista: SucedM qu,e hallán1dose Jesús /unto al lag.o de Oenezaréth las gentes s.e agolpiaban alremedor die El, amii;osas de oír la palabra de Dios (San 'Lucas, 5, 1.). No es de maravillar que así sucediese, porque los camrnos de Pios son muy1 distintos de los die lo.s hombr,es. Y Jesucristo es Dios. Además: ,Jesucristo no escatimó nada en iavor nuestrn. No hubo un solo acto de su voluntad que no fuera ct 1ed!icad!o a nuestra salvación eterna. No hubo un solo miembro de su ado¡– rable cuerpo que no fuese torturado por nuestro amor. No hubo pena, dolor, injuria, afrenta, desprecio y1 'oprobio que no aceptase gustoso por nuestro bienestar temporal y1 •et,emo1. No quedó una sola gota de su sangre pr,eciosísiína que no fuese detramada para Uevarnos con El 'al cielo. Su vida entera de ,estrecha y1 vo,luntaria pobr,eza evangélica, de anonadamiento, de humildad, de ma1nsedumbr,e, de paciencia, de prontitud d!e obedliencia ·a su eterno Pad!r,e para tod:0 Lo 'que le mandara en favor nuestro, aunque sea agonizar ,en .afoentosa cruz, nos demuestra La anchura, la largura, la altur:a !:JI La p1ro1- fundidad d'e su encendida caridad para con nosotros.. ¿Qué más? Nada omitió en .nuestro favor yi ayuda. Su .alma se ,entrrsi– teció hasta la muerbe, su cuerpo. se vió ,envuelto en copiosp !JI angustioso sudor de sangre, quéd!andlo ,todlo araci:oi y1 magul1ado con los azotes, su 1 cabeza traspasad 1 a oon corona .de espinas, Las salivas y1 bofetadas oscurecieron ~u sagrado rost110,, :el enorme peso· de la cruz puso remate a sus aoerb'Os Y' crnellsimos .dolol– res. Todo esto y1 bastante más hizo Jesucristo por redrmirnos 1:) 1 llevarnos a la g1oria. Dime, amado jov,en, ¿cómo oorrespond0111!os a tantos exce:– sos de amor? Vergüenza y1. pena da decirlo: ¡ oon ,qué indlife:– rencia pensamos ,esas , verdades! ¡ Con qué frialdad! vivimos! ¡ Qué desatentos e ingratos somos! N.o podemos co'mprendler ,el abismo de bondad y1 de caridad die J,esucri:sto para .con nosol– tros, y. tampoco podemos sondear y pesar la gravedad y 1 ,el exceso de nuestra negra ingriati'bud para con Nuestro Señor Jesucristo. LA SANTISIMA VIRGEN MARIA.-Los beneficios que todos

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