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Rdna! ¡Oh mi tierna Madre! Yo ·os amjo1, y1porque os amo, amo vuestro dulcísimo nombre. Cuando oía hablar ,de la Santísima Virgen !:11 de su no,rn/– bre sentía que ,se dilataba su corazón, !:JI ,en ·su tostm veí1:pe el gozo que su alma rebosaba. Cuando recibía( una visita·· 'o le pedían consejo jamás perdía ocasión p:ara 1:,ecomendar la devo– ción a la Santísima Virgen María. San Carlos Borromeo era entusiasta del nombre de María y, cada día rezaba arrod;illádio el santo, Rosario~ el· Oficio pi·ot· pio de Ma;ría y1 ay'unab:a a pain yi agua todas las vtgilias 0 de sus tes'tividades. Mandó que en toda su diócesis se hontase con el ntay,or r,es– peto el dulce nombr,e de María, siemi~r:e qule se le oy1e:se pro– nunciar. San F,éJix de Cantalicio.; religioso. capuchino, tenía sµs de– licias ,en pronunciar el nombre de María. El dulcísimo nombre de María, pronunciado con devoción, ahuy 1 enta las tentaciones del demo:nib, espiecialm'enbe en las tenta– ciones .de impureza. El diablo aborr,ece die muerte el nombre de María. · ' Asegura San Anselmo que muchos, al pronunciar el nom- br,e de María, se han visto Iibr,es de los peligros. · Mi seráfico Doctor San Buenaventura dice: ¡ Oh María!, es imposible pronunciar vuestro nom'br,e sin que saque algún p,ro~ v,echo ,el que devotamente le invoca; Dichoso mil v,eces, oh Matía, el que ama vuestro no.mbre. Tan gl1oriosi0 y1 ÍJ,dmirable es,. que todos los que le invocan en la hora de la muerte menosprecian los asaltos de todos sus enemigos. El r,eligioso capuchino Fr. Fttlgencio de Ascoli aaabó tratI, quilamente su' vida diciendio. con fervor: ¡ Oh María, oh María, 1a ml:ís hermosa de todas las criaturas, quieri0 volar al cielo en · ·vu.estra compañia! · , San Germán deseaba y1 pedía la gracia singular: .Que ,e) nombre de María sea la últimiá palabra que brote de mis labios. El glorioso San Bernardo así se expi,esa: Eln los peligros, ,e,n las angustias, en las dudas, piei:n1sa en María, llama a María~ Que su santo nombre no se caiga jam'ás de tus labios; que 1nunc ca se aparte de tu corazón. Amado jov,en: cuando die veras s,e ama, el corazó.n no se sacia de clamar ni los labios se cansan de repetir la misma p.ar - labra: María, María, María. · El bienaventurado Hermán pronunciaba frecuentemente el nombre d\l Maria y1 se sentía lleno de consuelo. Cuandio ;S,e ha~ liaba sólo se postraba en tierra;, y, ,en esa·· postmia s,e complacía en repetir mil v:eces: María, M,aría, María... Un ,amigo suyo le sorprendió en ,esa postm1a y1 le· pregUJrttó: ¿ Qué haces en esa postración? dCuáies son tus seintimient<ils ,en esos momentos? R•espondió Hermián: Estoy, reooigiendo los con– suelos· y1 deliciosos frutos del nomhr,e dle Ma:ría. Cuandio, le prd– nun¡:io me parece que todas las f1011es se r,eúnein alrededlor die mi p:ara llenar de fragancia el aite que 11espiro. Aquí olvido las amarguras de la vida, dlescanso die mlis tr,al:mjos, se •en:rbriaf-
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