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83 Joven amado: Persuadámlo:nos que cua:ud!o nos enooime:nda– mos a La Madre d~ Dios, Ella se quedla con nuestras pienais, r,e– cibe nuestras lágrimas y1 nosotros vamos conso,lad'.os yl agraded· dos. Cierto es que la v,erdadena devoción a la Santísima Virg,ein María es una buena señal die predestinación; pero ha de 1ser verdadera devoción, no falsa ni temeraria devocióin. Quien de veras arnle a la Virg,e1n, debe cuidar con diligencia de 1110 pecar gravemente. No tiene deVloció:n verdJa:dlera: a .la Ma1:– dre de Dios quien vi\'e en pecado moirtal. No basta rezarle aM– gunas Avemarías, o el santo RJosa:rio, :ni hacer riovienas; es m:e:– ciso guardar los Mandamientos dJe la Leyl die Dios, die la Santa Iglesia y1 guardarlos todos, cumpUe:ndo también Los dlebe11es die! propio estado, cualquiera que s•ea. Esa es la verdadera dJevodón a la R 1 eina die cielos y1 fierra. BJBMPLO,-Refiere San A:ntonio que estando un hombre en pecado mortal, cierto día J,e pareció hallarse dJela:nfü del trii– bunal 'de Jesucristo pafü d&rle cuenta dJe su esiiragadJa vida. Alí estaba por acusador el demonio y1 María por def.en '.· sor,a. · El diablo ley1ó la lista de todos los crimenes. cometidlos por. el r,eo, los cua}es, puestos en la balanza de la Justicia ,divi:n(af,· pesaban mucho m'ás que sus buenas obras. ¿ Qué hizo ,ent~nces su poderosa Abogada? ExtendJió sµ piadosa ma!no, la pqso en 'el platillo opuesto e incHnó la balaníza de su de'.'ofo, ·dlándlote a entender que le alcanzarla el p1erdó¡n si se ar!'epentía y1 ;qamf– biaba de vida. Bl pobre pecadlor s-e arrepintió; arregló su cqni– ciencia ·con una confesión general d:e sus dulpias, se ,entl'egó al servicio de Dios y1 fué modelo 1dle virtud!. A.dios joven. Manda a ttÍ afectísimo en Jesús, Miaría 'y1 José, P. PACIFICO CARTA XXV · Consuelo, dulzura y ayuda que reclbe el alma ca(IJn1do in11oca el tJOmbre de Mafia con fe, arn 10:r y 1 co1nflmnza. Carísimo joven: Según tus des,eos voy, a hablarte de la dulzura, encanto y, poder die! santisimo nomb11e die nuestra que- rida M_adre Maria Santísima. . Dice el santo Evangelio que cuando fué circuncidadlo el Niño Dios le impusieron •el nom 1 bre de Jesús, nombre que le puso el ángel an~es que fuera concebido (S. Luoas, 2, 21)i. El dulce y, augusto nombre de Maria también salió dlel te– soro de la divinidladl, dlice San Pedro Damiano. Las t110s p,er,-

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