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- 76 - CARTA XXIII La verdadera devoclón a ta Santísima Virgen María suaviza y dulcifiia mucho nuestra vida y, sobre todo, consuela al morir. ¿Quién no ta desea? · Amadísimo jov,en: Creó Dios al hombre para la f-e!icidad: necesita de -ella y Ja busca con toda su alma. La pasión que más vivamente despierta todas nuestras energías y 1 las po:ne en con– tinuo mov]mj:ento ,es el deseo y1 ha'mbre insaciable que todos tenemos de ser felices, de estar contentos, llenos y 1 satisfe– chos. E:se deseo -es la razón y el móvil de todas nuestras acdo– ines, ,plail!~s y ,empmsas. E:s la cuestión madre Y' reina de todos }os hijQs ,e hijas de Ad{m Y' la que 1s~empre tuvo 1a primacía en la mente de todos. En fin, es ,la cuestión siempr,e nueva y, si,empr-e vieja de todos Los lugares y, tiempos. Deseamos gr.audeza, ·la necesitamos, la buscamos y, no po– demos menos de buscarla. ¿La hallarem'os en esta vida? Si la buscamos donde ella está, ciertamente y1 con toda seguridad la hallaremos; si Ia buscamos donde ella no está es imposible que la encontremos. Eso es evidente y, más claro que la luz del sol. Ahora una -explicación. Hay dos clases de felicidad': la absoluta y: la relativa. La felicidad absoluta, completa y, suma sólo la hallaremos cuando 1 estemos ,en -el cielo, viendo, posey1eindio y 1 gozando 1d~ Dios. En la gloria los Santos felicísimos. La f,elicidad relativa también se halla -en este mun 1 d'o, ]' con– siste -en amar :a Di(jS, y: cuanto rriáls: se le a 1 mle m 1 á:s felices sere– mos. Mirada 1a felicidad des die este punto d'e vista (que ,es el V:erdadero~, piueclie •hallarse y 1 muchísimas veces se halla en Ta acfv:ersidad, en ra pobreza, ,en e1 dolor, eh .ras persecuciones, en el desprecio,, en. fieras . u conti:11uadas tentaciones, en el mar;– tirio más cruel y1 sanguinario. Los Santos son t~stigos. Dice Tanquer,ei: «Qui:en quier,e sabor,ear un poco de feli– cidad aquí ,en la tierra, acudra a la piect:adi. Es útil para todo, dice el Apóstol. · La paz dlel alma, la alegría de la buena conci,!ncia, la di– cha de estar unido con D1os, de cr,ecer en su cfivino amor, de llegar a la intimidad más hond!a con el Señor, son algunos de los premios oon que Dios 1 11egala a sus "fieles amigos en me– dio ·de las tribulaciones, junto con la esperanza tan co,rnsola– dora de la bielllaventura11za» (T,eol. Ase., n. º364). Por lo .dicho puedes _conocer, con toda v,erdladl y, certidum– br·e, que esa f,elicidad que neoesitamos y 1 buscamos solamente 1está en servir a ,Dios Helmente y1 que 'no ,está en .la p[os;esión ni ,el goce die las criaturas. El caballo se contenta con un buen
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