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- 60 les !:l' se hizo religioso franciscano, y fué siem!pre muy, devotó de la Virgen María. Cercano a su muerte, t,emía mucho ,el juicio. de Dios !:l' se v,eía tentado como de diesespreractón. En tan apr,etad'as circuns– tancias, la Virgen que vela por sus devotos, se le apareció acompañada de muchos santos !:J' le dijo: «Fldolfo mío: tú que eres mi devoto y fiel siervo y te has dedicado a mi servicio tantos años, ¿cóm1o temes tanto la muerte?'» Con tan dulces y, regaladas palabras quedó con:solado el amante de María, disi– pándose por completo sus •temo11es !:J' 'murió con dulce sonrisa en sus labios, como mueren los santos. Cuéntase en la Vida de San Bel1llardo que, saludande r,ev,e~ rente y, amante . a una imag,en de la Santísima Virg,en con el Avemaría, la -estatua, como si tuviera vida, le respond[ó: Dios te salve, Bernardo. Disputaba en Hamburgo un pastor protestante. con el P. Roh, j,esuíta, !:JI le decía, ,entre otras cosas:-Nosotros los ca– tólicos conservamos nuestra alegría y1 nuestro buen humor; vo– sotros en cambio siempre ,estáis secos, tiesos, tristes !:l' melancó– lioos.-Lo r,eoonozco-oontestó el ministro p-rot,estante---. ¿ Cuál es la causa?-Yo lo, sé-replicó e, 'P. Roh-. Cuando •en una casa falta la madre todo es triste, desabrido y desolación. Los herejes prot,estantes no quieren a la Virgen. Esifon huérfanos. Am:ado joven: entre los cristianos !:J' católicos ¿habrá también alguno que viva sin tener por ·MacMre a la Santísima Virgen María? Sería el colmo de la desdicha. Si lo hubiera que camibie de proceder. San Pablo de la Cruz, cuanao niño, se hallaba un día oran– do arrodillado ante una imagen de María que había adornado con flores. En aquel instante se 1e apareció ,el Niño Jesús, le colmó de delicias y1 le .agradeció los obsequios que ofrecía a su Santíi– sima Madre. San Félix de Cantalicio, franciscano capuchino, tenia todas sus delicias en ama.r y, honrar a la Santísima Virgen, !:J' en los últimos instantes ct:e su vida recogió ,el fruto de su f,ervor !:J' :amor a la Madre de Dios. · San Bemardino de Sena, franciscano, dlesd'e su niñez fué entusiasta del amor a María Santísima. En sus sermones encarg.aba mucho su devoción, y: en la hora die su muerte tuvo la dicha de ver a su ,Jacto a .la Maclre de Dios. Expiró en sus brazos y, en su compañía llevó al cielo su alma. Un gran siervo de ,Dios y, amante de María, estando pró'– ximo a la muerte, decía al P. Binelli: ¡Oh Pa,d're mío! ¡Si su– piese .usted qué contento exp,erim,ento por haber am:ado y, siervido a la Santísima Virgen María! Yo no' sé explicar la alegría y, la satisfacción de que estoy¡ inundado en ,este momento. ¿Qué ,será cuando la v;ea !:J! hable ,en ,el cielo? El Beato Alfonso Sa}merón fué un ¡;abio y1 un enamorado de María. A Ella acudía en toaas sus dudas .!:JI apuros. Llegada su última hora, tuvo la dicha de ver visiblemente a la R,eina de delos y1 tierra, y e:ll'!piró ,exclamando: J Al Paraíso, al Paraíso!
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