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Pi0ntífioes Romanos cubiertos con la tiara, a los Obispo1s con ia mitra, a los vey 1 es con La corona, inc!rnando r,ev:e11entes y1 amanº tes , sus cabezas coronadas al pasar la sagrada imagen de la Madre de Dios, María Santísima! ¡ Qué emoriones tan divinas. oontem!plar el paso die tantos mil1ones de mártires agitando sus p1alm1as, de las sagradias vir– genes ofreci,eJJ!dio, a María sus lirios !J' azucenas, die los guerre~ -ros blandiendo sus espadas y, el ·v,er un'sinnúmero de nutridas e incansabies procesi,on,es de todas las naciones, ciudades !JI pue;. blos, flameando al ·viento sus ricas ,!:l' gloriosas banderas J:r ,es·– tandartes, cor•eando con potente !J' entusiasta voz: Quisíera, María, amarte mejor; quisiera, Señora, morirme. die amor. Dichosas Las almas que v:an ,de Ti en pos; por Ti se va al cielo, ¡por Ti se v:a a rnos. Es. el homenaje die oorazones agradlecidos .!J' amantes idie María, La ofrenda die! amo.r. Es Ja necesidad! del corazón hu, 0 mario tan amarg~do po,r ,el dolor. ¡ lfü ! Es tan .dulce, .oo:nso1a– ídor y, iplacent,er,o el arrod1i11ar1se a Los ;pies ae la Reina ele c1eloSi i!J; tierra y r,~p,o¡s:ar a la sombra de su ,protección maternal que, instLntiv:ament-e, las generaciones todas, siempre renovactias, ates– tiguan su amor, confianza ,y1 cuPbo a la Madre die Dios des.de .to– dos los ámbitos del mundo,. Basta tener ojos para \Í1er1o. Por otra ·,parte, amado j,ov-en,. la Santísima Virgen María no permanece. indifor-ente ni mudla yr g-enerosamente correspónde a los obsequios, honras, finezas y1 ,plegarias d:e los que acuden 'y1. fían de Ella. Llena .está la historia de ad'mirab1es y en.canta- res ,ejemplos que confirman esa i.nerd:ad'. Recoraemos. algunos. Refiere ,el P. Auriema que una inocente jovencLta !Ji pastorcita visitaba frecuentemente una capillLta de la Virgen y1 con todo esmero iJ afecto \adornaba. ,el altarcito de María, d:e la .cual es/– taha enamorada. Allí permanecía arrodilla,da, orando a ,su Madr:e querida. Cayó enferma la humildie ,pastorcita y, la. Santísima Vi_rg,en, acompañada ct:e muchas vírgenes, acudió a visitarla y 1 :eonfortarl,a en su últhn:a hora, teniendo en .sus manos virginales una riquí,I· sima corona. Estando la Virgen María a fa cabecera de la en:– ferma, ,enjugando el sudor de la moribunda, .comenzó a c;aintar aquel coro de v,írgenes~ !JI ,en 1os trans:p;ortes die aquella d'.ulcísi'ma melodía el alma die aquella pastorcita se desp 1rendió de su vir" ginal cuerpo: y: voló al cie1o en comlpañía .die su celestial Madre; ¡ Oh qué buena y1 agr.adecMa es la Madre de Dios! ¡ Cómo corresponde a los obsequios que se Ie hacen! Por eso San Bue– naventura la llama .Robadora d[e los corazones: O Domina, qua,e rapis cord!a. Dice ,el .P. Bernardino die Bustos que habiendo enseñado a Uln pajarillo a decir ,el Avemaría, aconteció que un gavilán s,e lan– zó sobr,e él para matarlo, pero que quedó muerto en el acto con sólo haber pronunciado el pajarillo su acostumbrada invoca– ción del Avem:aría. Adolfo, conde de Alsaci,a, abandonó las riquezas tempora-
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