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~ 55 CARTA XVII El morta,l odio y el aborrecimiento absolato qae el cbemonlo tiene al n,ombre de Marí:a y, a sa poderosa irztercesió,n, debe moi– vernos a ser m'lly dJevotbs' d:e la Ma,Jre dJe Dios y encamen'~ darnos a Ella. Carísimo joven: Léese ,en la historta que un predlicad'or ber– minaba siemp,r,e sus sermones hablandlo d'e la Santísima Yi¡gen María y, remomendandlo mucho su devoción; y: Ella, en agradle– cimiento, se le apareció en d momento de m 1 orii;, le ,def.endiéi de las tentaciones die! demJonio, le confortó en sus últimos insl– tantes y, llevó su alma al cielo. Muchos saritOls· y: devotos die la Madre die Dios han seguido el mismo camino,, JI' consta que esa p·ráctica ,es ·muy1 agrac:lable a la Reina del cielo. · El ,demonio, por ,el aointrario, odia _y1 aborrece de muerte ,el que se habLe e invoque ,el nombr,e :de María; !:JI no puede su– frir que acudiamo,s ·.a Ella y1 la ho:nr,emos; porque sabe por ex– periencia que la Virg,en es am!pmo ,y, dref,ensa eficaz contra las tentaciones del ,enemigo, oom:o lo prueban multitud de ejemplos. Digamos: María, María, María... ¡Ah!, ¡cómo tiemblan y1 hu– y,en los demonios con sólo .oír pronunciar el nombre santísimo de María! Los .demonios no. sófo ~iemen a la Virgen, sino que también, al oír la palabra Maria, quedlan aterradlos, dice el P. San ~.ernardlq, y 1 ,escapan como dles,espera:dos. El Venerable ~empis añadle: «Al oír 10:s espíritus malignos el nombre de la Ri.eitia del cielo, se amiedrentan y1 huy 1 en, que.– riendo evitar el fuego vengador que desde el cielo cae sobre ellos». Y el seráfico Doctor .San Buenaventura .exclama: .«¡Oh Ma– ría! Glorioso y, adlmirable es vuestro 1nom'br,e. Los que ti',o .se olvidan de p,ronunciarlo en ,el moment.o de la muerte no tienen por qué temer, aunque v,enga contra ,ellos todo el infierno». Los enemigos temen menos a .un ,numeroso ejército bien ,ague– rrido, que las p10.testad!es del irifierno temen el patrocinio yi no;m 1- bre de María. · El nombre !bendito d!e María es singular y 1 eficaz remedio ·para vencer todlas las tentaciones, especialmente. las de impureza. Dichosa el al'(111a que ,en las tentaciones y1 luchas que tiene que sostener contra el infiemo, invoca ,con fervor el dulte nom!– bre de María. María Santísim'a es aquella incom!p1arable muj,er ·que v,en– ció al demonio y1 le aplastó ,la cabeza, comio lo dijo ,el Señor: Yo pondré enemisfa1:ies ,entr,e ti y· ,la ma¡.el, Y' entre tu raza y ta .descendencia suya: ella quebrantará ,tu cabeza, y tú andarás acechandJo a su calcañar (Géin., 3, 15). ·

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