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30 Sí; no hay, düda que María Santísima es Reina de nuesr tros corazones !:J! por eso cada momento en todo el mundlo le dicen millones de aímas: vuelve a nosotros es,os tus o¡os mlc sericordiosos... . ¿Qué nos dicen Y' predican ahora mismo los cultos y mul• titud de peregrinaciones entusiastas a la Virgen del Pilar, Co· vadonga, Montserrat, Lourdes y1 Fátima, que la Iglesia aprueba y dirige? ¿Quién desconoce la multitud ,die Asociaciones o Cofradías que la misma Iglesia establece y1 gobierna, como la del Carmet}J el Rosario, la Inmaculada, la Divina Pastora, la Milagrosa Y' otras bien conocidas y1 adímiradlas? Rmado joven: Sigamos fielmente el consejo de nuestra Santa Madre la Iglesia Católicaj e iremo,s seguros. ¡ Qué gloria y qué consuelo tener una Madre tan poderosa, amante y, caritativa! Rmémosla oon todo el corazón. Dice San Buenaventura: «Antes de María río 'había quien se atreviera a detener el br.azo vengador die Dios; ahora María toma la defensa del pecador y 1 aplaca la cólera d[vina. Acuda• mos siem2re a la Madre de Dios. Es uran co.gsuelo amar a ,\'\aría Santísima. EJEMPLO.-Refiérese que en Roma un joven muy cargado de pecados deshonestos y1 hecho verdadero esclavo de sus in· dómitas pasiones y, del demonio se fué a confesar muy, vergon– zoso y, lloroso. El Padre confesor le aoonsejó que acudiese a la Santísima Vir_gen, y1 que cada día, al levantarse y1 acostarse, le rezase con devoción un Avemaría, consagrándole a la vez sus ojos, sus manos , sus Jlies, su arm¡1 y1 su cuerpo, Y' que le defen 1· diese como cosa suy1a. Más tarde, el referido joven, volvió a hablar al mismo confeisor u le manifestó que, con el auxilio de la Madre de Dios, había enmendadlo su vida; y1 que aquel corto obsequio a la Virgen María le había puesto en ~amino de ~al· vación. Para enseñanza d.e otros, con permiso del jqyen, •el Padre lo refirió desde el púlpito; algunos de los oy 1 entes siguieron tan provechoso consejo y, no quedaron defraudadlos del amparo de la Madre de la misericordlia. Ni puede ser de otra manera. ¡Oh María! , yo os amo. Adiós. Manida a tu affmo. en Jesús, María y, José, P.! PACIFICO CARTA IX To,dos los Santos amJaron y honr,cifon a la Santísima ViA– gen María, y ,desean que en eso les im!itemós. R:madísimo joven: El más ardiente deseo del corazón hu– mano es vivir; y1 para eso, el de conservar la salud Y' la vida;

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