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- 2S - CARTA VI Los Sa.nt,os d!el Antiguo ,Tes~amento ,am,amn a la Satitisima Virgen Marta y la d'esearon ver y hablar. Carísimo joven: Accediendo gustoso, a tus deseos, me pro– pongo manifestarte en la presente, que lo.s Santos del Antiguo Testamento ya amaron y. desearon a la Madlre de Dios; · Hace ..!Jia cerca de dos mil años que la Santa Iglesia Cató,– lica, nuestra Madre, admira y, pr,egona las grandezas, virtudes !JI g~oria de la. Madre die Dí-os Maria Santísima; y1 el pueblo cris– tiano ha secundladlo sus deseos amando !l' honrnndo a la Vir:– gen Santísima. La historia es testigo. Su memoria •estuvo skimpre muy- viva en el corazón de sus amantes, y1 cada vez se e:xti.ende m:áis Jl' más co·n mucho consuelo !J' provecho de las almas y honra ne la divina Señora. No ¡podlía menos de ser. así. Debemos adv•ertir, que e.l ampr y, el culto a la sagrada Vir,– gen fué muy _a:nteri().r a is.u nacim'Ient¡o¡ lJ' su paso. por este mundo-. La esperanza •en María tuvo sus coimi,enzos desde los prime, ros días de la _creación del hombre, desdle /ld't]n ,y1 Eva. La Sagrada Escritura; en el Antiguo, Testamento, encierra una multitud de profecías _cuy1O, objeto principal es el Salvacli?r pr,ometido !l' su ,purísima Madre. En el libro dél Génesis l0emos que dijo el Señor a1 · áng,el apóstata y, caído: Yo pondré ememiSi– tadies .entre tí y la ¡mtu¡'.e:1(, y .e,n~ne 'ttt raza y la diescendJe:ncia suytt; 1 ella .quebranéará tu cabeza. ( Gen., 3, 15.) Esta mujer prodigiosa es María; y, el desoendiente de Ella Jesucristo.;• !l' es la primera 'll' evidente promesa de un Mesías o Salvadior, que había de naoer milagrosamente de Madre Virgen. La Santa Iglesia, nuestra- Madr,e y, columna de la verdad, miró siempre esas palabras como, anuncio profético de la. vid– toria que María Santísima debía alcanzar · de la serpiente infer:– naI; . ll' la Tradición halló también - en é11as los _primeros ra– y1os divii;ios dél diestino clie la Madr,e del 'Redentor prom~til– do, colmando Ias esperanzas :de todla la Humanidad diesdie los primeros¡ áias del mundJo,. _ , Cierto es, que los santos del H!ntiguo Testamento no tuviieron la dicha!·incomparable 'de _conocer de vista ,a la Vir,gen María, po.rque Ella vino al mundíp. muchos años después; pero, -no p,o,r eso, dejaron de vislumbrar !l' ,entrev•er su gr:andieza, dignidad, poder, amabilidad, hermo,sura y1 santidad. _Cuando H.dán< p,eaó; Dios prometió el Rediento.r que había de remediar su diaño y1 juntameúte la muj,er inm'acula,dla y1 virg1en que había de ser su !dichosa /Madl.1e y1 había die aplastar la cabeza dé la serpiente IViencmosa; y: ,_esta ,esperanza dé la aparición del Salvador y, die su @gtista Madre se extendi.ó rápidamente. · Mariía Santísima también estuvo, figurada en _:el arca sal– v:adora ,d'e No~; el are~ iris;_ -~scala de Iaoob; vara _de Jesé; en la z¡irza milagrosa de Mo1ses, que ardía !1' no se -quemaba... Por¡ eso 'Ios Patriarc;as la '<:feseaban, 'los Profetas 1a vei.an,

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