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182 dón divina; porque Dios dia el pr,emio ,eter:no. en proporc10n a ios méritos, corno dia el castigo en ,el infierno según los pecadlos. ¿Quién puede imaginar los !méritos que consiguiú la Santísi!ma Virgen ,en todia su 1al.'ga Vida nena ele g:r,acia, de virtudies y1 santas obras?. Las cosas de Dios y, ·de ~u Santísima Madre no deben medir– se por la pequeñez de nuestro entendimi~nto Y' la ruindad' de nues– tro corazón. Dice Santo Tomás, que para juzgar de la ílrandleza del mé– rito se ha die atendler a dios cosas: A la dignidad de la persona que obra, Y' a la ,excelencia Id~ la misma obra. 1.º-La dignidiadl de la persona, ,es la Madt'e die Dios. Es la persona que más se iasern<eja y, 1a1proxi\tniél a J,esucrts!to, cuanto pue. de ,acercárse1e una pura criatura. Es la persona más digna des– pués de las tr.es d'ivillas ele la Santísima Trinidad. 2.º-La excelencia, grandeza y, valor cfie los méritos de sus obras tiene su raiz en la caridad, ,en el amor divino. ¡Oh! ¡Qué ardiente, qué intenso, qué dljvino, qué exoopcio:nal, qué fecundo y vigoroso era .el amor de Dio¡s y: la cartdlad 'para con ·el prójimo de la Virgen María! . · Y como ,el amor es la 1 mJás fuerte y, 'más activa d~ las pasio– nes del corazón, ,el die María jamás estuvo ocioso y 1 clesde que vino a este mundlo se dlediioó, a las cosas más grandiosas y1 die mayor mérito. . Deseó,, piclió y, alcanzó para el mundlo la V•enidla pronta del Mesías prometido: Obedieció. ciega y1 prontamente al deseo de Dios, cons1ntiendo espontáneamente en la Bncarnación del Verbo divi:llo en su seno purísimo Y' virgi1nal. Con todo esmero, delicade– za y1 amor de Madre cuidló dlel Niño Dios habiéndole Ella traído a la tierra 'para que l'ed:imi,e:s,g a todlo el género humano, que es– taba perdido y, ,en extraña necesidad. «Quien produce una causa, proauc,e también sus efectos». «Quod esl c,ausa causae esf causa causati». , ·siendo la Virgén ,María la causa die ,esta causa, E:lla .es la causa de toclos ,esos ,efectos y1 buenas obras d'.e la Redencióin del mundo ¡Ah! ¡Cuántos bienes ,esp¡ritual,es se han seguidlo! ¡Cuán° ta gloria dlió a Dios! ¡Cuántas almas se han sacrificado! ¡Cuán. tas están ,en ,el cielo! ,1 Cuántas ,ohr~s buenas se han hecho !l' se hacen! ¡Cuántas Misas se han celebrado! ¡ Cuántos Sacramen– tos se .han r,ecibidio ! ¡ Cuántos pecadores se han convertidlo! ¡Cuántos bienes y, ,al1aba1n:ia!s Y' aicciones ldle gracias Uenan la tierra Y' el cielo! · · Verdad es que Jesucristo es la causa universal de todas esas buenas y. ,estup,endlas obras dlivinas; pem, por medio de Ma– ría nos vinieron todlos esos inmeITsos bienes sobren:a\tural0s y1 diel todo ce1estia1es, El!La es la causa die todos ellos. ¿Cuántos serán sus méritos ante Dios? ¿Quién puédie contar sus riquezas? ¡ Cuánta será su gloria en ,el cielo! Joven amadlo: Procuremos tú y1 !J'O rmitar a nuestra Madire Inmaculada. Nunca estemos ,en pecado 1mortal. Hagamos buenas obras. lMtós. Manda a tu affmoj. ·y, s. s. en J,esús, María y1 'José, P. PACIFICO

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