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- 174 - gracia, que sirviese a ia -Ig1esia Católica como padrón, mod!elo y1 dechado único y ,en todo perf.ecto. Conoció la Virgen todas las enseñanzas que J,esús dejó en– cerradas ,en ,el depósito die v,erdades que co11,fió a su santa Iglesia para que las defien'dia del ,error Y' las ,enseñe al pueblo a ella confiado. Entenpió también el.• caudaloso río die gracias sobrenatu– rales !:l' divinas .que manan die los siete Sacramentos, ri(?gan y fertilizan las almas que debidamente los reciben. Las enseñanzas co:ntenidas ,en los catorce Artículos de la fe, en los Mandamientos d'el Decáloglq',, ,en .los Preceptos die la Iglesia, en los cuatro Evang 1 el~o:s~ ,en todas las divinas Es– crituras yr santa Tradidó:n, la perfección evangéHoa, co~o la enseñó el divino Maestro y, Redentor, eran para Erlla per'fecta– mente conocidas y, coll!p1etame:nte practicad!as; 'Y1ª que era Erlla como viva im1agen de s1,1. divino Hijo J,esucristo y1 en todo pa– recía ótro Cristo. ¡Oh! La casita de Nazar,et, d'ondie nació la Virg,en y se encarnó Dios, se ,convirtió ,en otro delo al ocuparla J,esús, María yr José a su regreso d!e Bgiipto. La casa nazarena ,es casa de vida qculta _e 1nterior trato con Dios. · Es escuela de absoluto recogimiento y1 oración la más perf.ecta. Es. cátedra divina de humildadl, obediencia,, de pobreza evangélica, de laborrosicfa'di, de amor 1 de D1ds u del prójimo,·· de caridad nunca oídfa. En aquella humilde casita de N¡azaret vivía la Augusta Trini– dad' de la tierra a la usanza' del Cielo. Vivían solos y, sin criados,, no sólo pmque eran pobr,es, si:no también porque no hubie11a testigos cle tantas maravillas como tenían lugar ,en aquella dichosa morada. La Virgen sacratísima siem 1 pre 11ena cle DiQs y, en dulcísimo éxtasis, no p 1 erdfa un mstainte die tiem!po piara dlars,e a: la. ora– ción yr trato oon el Amabilísi,rríol, y ,en sus deber,es de esposa y Madre activa, hacend'osa !J' cuidadosa d'e que toclo ,estuviera en ,orden y 1 a puritio y, qúe nada se dlespel:'diciase. San José, ocup:ad'o en su ,oficio d!e Ga11J:)intero, para lo cual era muy1 hábil y tenía de ,ello buena y mer,ecid!a fam:a entre sus conocidos, pasaba sus horas en ,el taller. Trabajaba solícito dirigiendo su intendó:n a Dio8, cmnprliendo su divina voluntad'¡ llevando en sHencto y1 perf,ecta resignació1t1 las incomod'id'adies y trabajos de la vida, que nunca faltan, aún a los más grandes santos. Feliz y, dichoso obrero que .en todos los _stioesos 'de la vida jamás perdía la paz !:l' santa alegría de su semblante, siemP're de buen. tono y, pronto a compiaoer a cuanfos trataba !:J' a él acudían. · · No es extraño, porque tenía delante de si el singular !J ex– traordinaro ej,emplo de su ,esposa purísi'mfa y1 rnlás tarde ~mpei,ó y1 siguió acompañándote en el tal1er die carpintero el divino Jesús. Además, San .José era de taiento, muy: educado yr fino en su trato oon todos.

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