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cudían fuertemente y1 oyó una voz que le decía ciar.amente i «Vete a confesar». Fué a la iglesia pero no tuvo valor para confesarse. Otra noche oy'á la misma voz: «Vete a confesar». Llegó al templo. pero tatnp1oco tuvo valor para confesarse y1 d~cía: Antes morir que oonfesarme. Estaba y1a para volver a ~u casa y le ocurrió el pensc1¡ miento die ir a armdillarse ,ante el altar die la Santísima Vir1- gen María u enoomen\diarse. a leUa. A.penas se arrodilló .ante la imagen de María Santísima, sintió cambiacft;o su coraz-ón. akanzó 1a paz de su alma y1 dij.o: Que había experimentado en aquella 101casión más contento u alegría que si hubiera ganado tordo ,el oro diel mundo. (Auvier– na, aff. p. 2, C. 7.). ¡Oh Madlre mía -dulcísim>a! Yo quiero ·amaros yr espero¡ me .defenderéis si-empre en la viaa yr al morir. A.sí sea. Adiós. Man:da a tu affmo. en Jesús, María y1 Jo,sé, .. P. PACIFICÓ CARTA II La Sa:ntísima Trinükv,~ am/,a a la V irg,en María. l mitémoslla. Calisimo joven: No hay1 rnediio más provechoso, ni atajo más breve, ni elocuencia más eficaz para animlamo1s a la práctioa d~ la virtud, que el buen ejemplo; sobr,e todo <le las personas más distinguidas y1 elevadas en dignidad. . Son los buenos ejemplos sermones persuasivos, como, unas oorrecciiones mudas pero vivas y: eficaoes, que r,epr·enden nues– tras im¡perfeccion¡es y, def.edos, nos alientan a bien obrar y a poner en ¡práctica las virtudes c¡ue vemiols y, admiramos. El bueu ejem:pLo no es cl!e simple ·consejo sino d!e oblig:ai– ción y, ;precepto, como dijo Nuesh1o Señor Jesuci'isto: Britle así vaestra luz ante los Hom'bres, de mla.n'§!ra que v,ean vuestras bue,– nas obr.as y glorifiqa.dr_n, a vuestro P,(l)rl¡!'¡e que está en los cielos (San Mateo, 5, 16). ¡ Oh; si 'hubiera .mucb:ois buenos ejemplos! Todios tienen derecho a nuestro buen ,ej,emplo. V,erba miovent, ex,enipla frahWtt: «Las pa1abras mueven, los ejem.p1os arrastran». j Todlois los santos :nos dieron grandes ejemplos de virtud, y de una manera especial se distinguieron ,en el amo,r filial, en el culto, veneración y entusiasmo, con que honraron a la San!– tísima Virgen Maria. No podía ser de otra manera; porque, corno dicen los feó– Iogos, es señal die predestinación Sier devoto ver,dJa.dero de la Madre de Dios. Los Angeles die! .cielo nos dan también ej,emplo en 1a lhrOIIlra y, •el amrorr que ellos tributan ,a su Reina y1 Señora. A.un más: ,el mismro Dios, la Santísima Trinidlad nos dtó ese

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