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- 152 ~ Y a más de lo que r,ecibía die su madre Ana para _distri– buirlo a los pobres, reserbiava la Niña alguna parte de su cpmidia p,ara aumentar la ración de los :necesitados ( 1.ª parte, n,Q 404). No parece ,exag,eradón, cuando otr,os niños han hecho lo mismo. María desde ,el primer 'instante- die su vidia tuvo los hábitos de todas las \.lirtudres ,en grado eminentísimo; !:J' no es extraño que sienclo. niña obrase con toda ;perfocción y1 grandeza de miras celestiales. Añade la V. Madre Agr,edla: .«Ninguno de los -.2nformos de la culp,a !:J! obligados a su satisfacción puso tanta fuerza en mortificar sus desordenadas pasiones, como nuestra princesa María en gobernar y1 santificar más todas sus pótencias yi sen– tidos. Castigaba su castísimo y: vir,gfoeo cuerpo con penitencias incesantes; Vigilias, ayunos, postraciones en cruz. y· siempl'e negaba a sus sentidos el descainiso y1 lo deleitable, no por que se descondertaran, .mas por obra:r lo más santo y 1 acepto al Señor, sfo tibieza, remisión o 1neglig1encia; porque todas sus obr,as fueron con toda la ,eficacia y, fuerza die la gracia» ( 1.ª parte, n. Q796). Dice también la misma Macfoe Agreda: Que se levantaba a media noche para cantinuar •el ejercicio de la contemplación de los misterios divinos. (2.ª parte, n.º 232). Y que durante los cuarenta días que su divino Hijo ay 1 1111ó 1 en ,el desierto, Ella se r,ecogió ,en su oratorio y ,allí -estuvo también cuarenta días y, cuarenta :noches sin ,comer ,cosa alguna, ,gual'da:ndo el mismlo riguroso ayuno que su santísimo Hijo Jesucristo. (2.ª parte, n.º 990). Cosa parecida la hicieron algunos saintos. La cruz p,asiva de Maria Santísima. Así como Jesucristo es Ua:miac!Jo varón die dolor,es y1 Rey, de los mártires, porque durante toda su vid!a ,padeció miáis que to– dos ellos, así también María Santísima lleva ,,él título de Reina de los márfü;es, por haber padeciclo ,el :martlrio más cruel que se -puéd:a sufrir después del de Jesucristo. Descle su infancia fué iluistradia del Bspíritu Santo sobrie los muchos y, grandes trabajos que había d'e padJecer el Me– sías prometido y ,em'p,ezió. ,a sentirlos en su amante corazón, .c;o– menzando su niiartirio, aún antes de la Encarnación. Siendo y1a Macfoe de Dia,s, las palabtas dJe la profocía de Simeón traspasaron d'e parte a parte su tierno corazón, .ne: nando de amargura su álma santísi'mJa; ¿Qué sentiría cuando ,perd'1ó a su :¡antísimo Hijo? ¿Cuán– do más tarde l,e vi6 tan injustamente contrariado, perseguido y calumniado, sabiendb Blla que era v,erdladero Dios .!:I' Hombr,e? ¿Qué pensaría cuando supo. que Judas J,e había vendido, los soldados le habían prendido y, Uevad'o . a los tribunales, que le serít-enciarbn a muerte de cruz? ¿Cuáles serían los af,ec– tos ,de su alma al. saber que le pábían coronadb ele espinas y, azotado, y, cuando le .encontr,ó éatgado con :pesad[sima cruz y, chorreando sangrie ,en la caUe d:e la amargura? Sería ,extraordinario su dolor 1 áI oir los go~p1es a,el martillo, al
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