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130 CARTA XXXVIII Grandezas y exc,ele,ncias de las virtur/Jes, ,de la San:tísima Virgen María. Su caridad piara co,n el pr,á¡imo. Carísimo joven: Dícenos el santo Evangelio que uno de los doctores de la Ley,, para tentarle, pr,eguntó a J,esucristo: «Mae.~– tro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Resplond!ióle Jesús: Amarás al Señor Dio,s tuyo de todo ta corazón, y co1n toda ta mente. Este es el máximo Y' ,prinier m1andamie1nto. El se1 0 gundo es sente/a,nte a es:te: A:maná¡s( a tu prófim'o com!d. a tí mise mo. bn estos dos mimdami:entós eslá com'p 1 r.e,ndJidJa t'od 1 a la ley y los profetas». (S. Mat., 22, 26!-110). Estos dos pr,eceptos del Señor comP'r,emfüan todla la doctrina del santo Evangelio !Ji son preceptos de vid!a o ~Jie muerte para todos los hombr,es, sin excepción de uno solo.· Quien 1os cumpla se salvará, guien los quebrante se condenará, si no se arrepiente y, con tiempo se enmienda... Eil amor de Dios es una virtud teológica, sobr,enatural y, di– vina que levanta nuestra 'volun1:ad y; la lleva a amar a Dios sobre todas las cosas y: amarle por sí mismo; -por el mérito inf¡nito que tiene par:a ser am:adb. Su santídad, hermosura, bond:adl y1 :p,erf,ecciones illfinitas die nuestro amabilísirn:o Dios son él único obj1eto y, ,el m:otivo de qu:e 1e amle!nl'os p:or sí mis, mo con toda nuestra alma,; vida y corazón. Sólo la caridad ,es la virtud! divina que no1s une con Dios, nuestro último fin. La perfección del cristianismo está ,en amar a Dios p0ir sí mismo, !:Ji en ,amar al prójimo por amor de Dios. El amor o la caridad' con que amamos al prójimo es taml– bién una virtud teo1ogal, divina y1 sobrenatural que nos Heva a amar a nuestros semejantes, nu por sus dotes o cualidades na– tura1es o simpatías o ,parentesco de sangr,e, sino solamente por– que lo manda ,el Señor, por complacerle y1 por el grandísimo aprecio y1 estima que Dios ti,ene del hombre. _ La quinta esencia ·de ·la perfección o saintidadi está en amar a Dios por sí mismo y, al prójimo p:or amor de Dios. El que de veras ama ¡¡ Dios, neoesariamente a'ma también las cosas por El amadas. Ninguno de los hombr,es cumplió tan pierf,ecta:menfe_ con esos dos pr,eceptos del Señor como la Virg,en María. Ni podía ser de otra manera, porque Eflla: fué en todio p,er– fectísima, amando a Dros con toa·a su alimlaj, vidla y corazón como vimos ,en la carta precedente, y1 al _prójimo co:mo en ''la présénte ~dk~ · Debemos observar, que la SantÍsi:ma Virg,en María desde muy1 niña leía mucho las divinas E!scritura¡s, Y' oon su inteligencia privilegiada !:J' más clara· que la del Ang:el, y1 también con .la ciencia infusa que Dios le había concedido estaba muy1 capaz de todos los misterios divinos; profundizaba la grandeza, la
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