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- 126 - bles pecadores toman ocasión (falsamente) de la boinclacf de Dios para vivir en culpa grave, sep.arados del Señor y, ,en ca– mino de eterna p,erdición. ¿ Quién lo crey,era? Y es así. ¡ Cuánta ignorancia! ¡ Cuán~ ta ceguedad! ¡ Cuánta dureza die corazón! ¡ Cuánta obstinación! ¡ Cuánta soberbia y, rebeldía! Roguemos al Señor... Creamos ,en Dios. Eisp,eramos en su divina Providencia. Pero, no seamos temerarios; yr lo serem!o:s, si vivimos ,en p,ecado .mortal. E,JEMPLO.-Refiere ,el Pacfoe BoVio que una mujer muyi deshonesta, p,ecadora y, ,escandalosa, llamadia Blena, derto d!ía, como por casualidad, oy1ó un sermón sobr,e el Rosario. Al salir de 1a i_glesia se compró uruo; pero'., lo Uevaba oculto por r,esí– peto humano. Empezó a. rezarlo, al princip'io sin devoción. La Virgen se complacía en aquel obsequio y1 le comunicaba 00111r suelos !JI dulzuras al rezarlo1, de modio qiJie y!a no- lo soltaba de las manos. Goncib1ó con ello tal horrqr a sus .culpas que no pu– diendo hallar tranquilidaor buscó un confesor, hizo confesión g,eneral y, mudó de vida. ReCibió die la Virg,en muchos favores en vidia, la asistLó ,en la hora ,die su mueT'bé y1 la llevó al éielo& Adiós. Manda a tu affmo, en Jesús, María yr José, P. PACIFICO CARTA XXXVII Grandezas y excelencias áe tas virtwá'eS \dl_e ta Santísima Vir. gen María. Su amor de Dios. Muyr amado joven: Dios creó al hombre para ,el amor. Le puso en este mundio, para que aquí comenz1ase a amrar a Dios y, ese mismo am!o,r se perfeccionase hasta lo súmb en el cielo. Para que mejor y, ¡con más 1 mérito amásemo!',i a Dios ;en este mundo, nos 1o impuso el Señor de riguroso precepto, cuando dijo: «Amarás al Señ,or tuyo de lodo corazón, Y' cori' 1,oá!a tu ritma, y con toda· tu mien1~e». (S. Mateo, 22, 37). La santidad consiste en amar a Dilo¡s yl cuanto más se le ame· hayr más santidad,. Y' es 1 m!ás semejante a Dios ,el a'mlante. ]'esucristo descendió a la tterra yr se hiz,01 _hombre con el fin de inflamar nuestros corazones en ,el amor divino, camo Bl lo dijo,: «Yo he venido a p101nler faeg,o en ba tierm,. ¿y qué he de querer sino que arda?». ( San Luc., 12, 49). «Yo he veinido p:ara que (las ,almas) tenga:n vicla, Y' la tengan en m'á.s abunc4anciaH,. (S. Juan, 10, 10). Bste amor divino que Jesús vino a traer a la tterra ,en– cendió de una manera especial ,el inmaculado ,ao1razón d:e su Santísima Madre. La mism'.l Virgen Marí:a reveló a Sor María

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