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- 124 La esperanza de la Virgen iVlaría La fe viva ,está inseparablemente unida a una esperanza fil,~ me, sólida y: constante. La esperanza de la Santísima Virg,0n María fué perfecta y: singular desde su primera edad. Su ·esperanza estaba .firm(\· mente arraigada en Dios, en quien vivía y: respiraba y1 a quien entrañablemente amaba. En Dios esperó en todo tiempo !:l' ,en todos los suoes,os de su vida, p11ósperos y1 adversos. EJ,evada María continuamente en · Dios !J sep,ar,ada del mundo,, (aunque ,en ,el mundo vivía corpo¡. ralmente) vivía más en !,el cielo que en: la tierra. Por eso se nos presenta siempr,e como estr,ella ¡.serena, que con su luz y1 dulzura nos consuela, re,anima nuestra esperanza, la dilata y1 afirma. La virtud de 1a esperanza die la Virgen María se manifestó siempr,e en todos los a~os de su vidía impecabl,e; sobresaliendo, a nuestro modo de ver y1 de apr,eciar, ,en algunas circunstancias de su vida, ,a saber: 1.ª Cuando a los tres años ,de su ,edad se retiró al templo de Jerusalén y; allí se consagro al Señor con voto perpetuo de pureza y 1 vi'rginidad. ¡Oh! , ¡ Cuánto am:ó a Dtóís y· se fíó de El! 2.ª Cuando recibió a San José por esposo, perrsand'o y1 con– fiando que Di,o,s defendería su pureza a Bl consagrada, arre– glando las cosas seg'ún su beneplácito; como exactamenbe su– cedió. 3.ª Cuando tenía vivos deseos de conocer y1 servir como esclava a la doncella Virgen que habíia .de ser Ma.clr,e del Mesías 1 prometido, R,ed!entor die to:dío ,el género 'hum:ano, 'ignorando que Ella misma era la ,escogida para Madre de Dios. llsí lo reveló EUa misma a Santa Isabel, monja. · 1 U Confió !:l' esperó en el Señur :no descubriendo a su ,es, poso José el misterio milagroso de la Encarnación en su seno virginal. Se entregó en absoluto a la divina Providencia, bien confiada y: segura que el Seño1r había de salir a la defensa de su honra y, dignidai~, de su buen .no:m~1.1e ,e inocencia. Y así sucedió. 5.ª También dió María grandes ,pruebas die confianza y1 es– peranza en Dios, cuando 1no hallando posada en Belén, sin queja, ni murmuración, ni desaliento, se reco,gió humilde ál es– tablo de aquella desvalija.da gruta; de todos abandonada. 6.ª En su huída precipitada a Egip:to dió muestras de ab– soluta confianza en el Señor, r,eéíbiendo en s"ilencio el av'iso del lfogel a su ,esposo José, bien piersuadid:a que 1n:o! se muev,e 1a hoja d'el árbol sin permiso d:e Dio•s;._ y1 que :El cuid 1 a COln solicitll!d' y1 es– mero del pajarito que canta ,en la enramada. 7.ª ¡ Quién pudiera conocer Ios actos de confianza que practicó en su cas¡ta de Nazaret, donde vivió O!culta bastantes años en compañía de su Hijo Dío..s, y San José su esposo!. Aque 0 llos años fueron años de fe, de esperanza !JI de amor div~no. No podía ser de otra manera. · 8.ª La ,absoluta confianza que María había puesto, en su divino Jesús, Hijo de Dios y1 suyo, se dejó ver en las bodas de Caná, dondíe a petición sy.yra, hizo Jesucristo su primer mi 1-

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