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lle\laba en su purísimo y virginal seno, era verdadero Hijo de Dios. · Poco más tarde le vió recién nacido y1 le ci,eía eterno. Le contempló reclinado, en un pes,ebre y, le creyú creador de todo el mundo. Le acompañó huy1endo a Elgipto dlz la cruel persecución de Herodes y no <ludió que elia Omnipotente y1 Rey de rey,es. Advirtió que no hablaba aquel Niñio divino y 1 crey 1 ó que era la sabiduría eterna ,e infinita. ·· Le vió en su niñez necesitado de cuidiados ajenos y, d:el p,echo de su Madlr,e y1 ,est,aba persuadida que Eil sustenta yi ayuda a la conservación de todas las criaturas. 6.º Esa firme y 1 viva fe le movió en las bodas de Caná die 'Ga,lilea a decir a su Hijo Jesús: «N¡o tie,iz,en 11imo». Y a los sir:– vientes de 1a mesa: «Haced lo que Bl os dir:ét»·. (S. Juan, 2, .3, 5). Y convirtió el agua en vino. 7.º ¡Oh! ¡Quién hubiera tenido la dicha de 1"er, pr,esenciar !J! penetrar la vida íntima Y' fanfüiar que se hacía en la santa casa nazarena! ¡ Cuántas serían las honras, genuf1exiones y, adoraciones que María y1 José harían al Niño Dios! Si ,ahora los cristianos doblan su rodilla ante la hostia consagrada, guari– dada en el Sagrario, ¿qué no harían 1a Virg1ein l:J! San José ante su divino Jesús, viviendo en su compañía? Par,eoe eso muy ra- zonable. ' 8.º Si durante su vida pública y1 de apostolado el divino Mesías tuvo muchos enemigos, calu'mniadores y1 crueles p·erse01u1.– dores, María Santísima siempr,e le crey1ó Dio1s, hecho Hombr,e, único ·Redentor dlel mundo, Camtno¡, V,erct:a'dl y Vida. Aún más: durante toda su Sagrada Pasión, cuaddio, fodios se habían con– jurado· _contra E'l; Judas le vendía Y' entr,egaba, los soJd:ad!os le prendían en ,el huerto, le presentaban enJ 1ois tribunales, le · acusaban, azotaban, escupían, oo,ronaban de espinas y1 le sen:– tenciahan a ignomrntosa muerte de cruz, María Santísima, apol– yada en la inconmovib1e roca die su fie, si,emr¡we c~0y1ó, que su .divi– no Hijo :sacrificaba su inocentísima vida para r,edlimir a todo el género humano, r,econciliando al ho:mbr,e con ,Dio:s y1 abriendo die par en par las puertas diel ctelo,, cerr:aid'as por ,el piecadlo de Adiáni. No vacil,ó su fe cuandio le encontró ,en la cal1e die la amargura c'ar– tgado oon su cruz y: cuain!dio ,caía ,e1n tierra; ni clll!andlo oía los go:p,es del martillo; ni cuandio Ievantadlo e,n alto !,e veía lleno efe angústias y, .dolores; ni cuando to dio llagado 11? tenía muerto en su r,egazo maternal. E'ntonces su fe se robustecí!=! ,Y' aglig 1 antaba má:s JJ' más, acordándose de lo que Dios ama a los hombres, redimiéndoles a tan costoso precio. En fin; tan extraordinaria era su fe que ni aún se movió p!ara ir al sepulcro, corno las Marías .Y' los AJpóstoles; pues Ella firmemente creía en. la palabra de SJl s¡mtísimo füj.o, que hai– bía de resucitar al tercer día. Eisa fe viv:a y1 firme fué la que l¡i acompañó en toida su vida. No podía ser de otra manera, porque s•e trata die .la Mad:re de Dios.

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