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- 120 - CARTA XXXV Grandezas y exce[endas de (as virtudJes ,die la Santísima Vin– gen María. Sa fe. Carísimo j,oven: Como tus buenos deseos y1 valientes reso'– luciones s,on die imitar, en lo posible, las virtudes de nµestra dulce y, amabilísima Madre la Virgen María, parécerne conve– niente y, altamente necesario d expo1ner a tu co.nsideración ei modo como ella las practicó, y1a que los modelos, cuando son perfectos, nos alientan, estimulan y, como que nos empujan para imitar y1 copiar su perfección; pues mmo dide el adagio: «Las palabras mueven y los eienip!os arrastran:». Cierto que hay, mucho, que copiar !:l' que i'mitar en la vida inocentísima y1 santísima de la Madre die _Dio,s ,!:I' nuestra. Empiezo p:or la virtud teofogal de la fe, y1a que es de abso1- luta necesidad para salvarse, pues como dice San Pablo: «Sin, la fe es imposible agradar a Dms,». (Heb1'. 11, 6.) Y «el ¡asto vive de la fe» .. (Hebr. 10, 38). ¡Ah! ¡Cuánto debemos agradecer a Dios ,el c;lon die la fe! Muchos millones de hombres y1 mujer,es ca~ecen de esa vi~– tudl divina. ¿Qué será die ,ellos en la etemiidad? Mernce pen– sarlo. La fe engendra la esperanza, la ,esperanza ena1erndra la caridad, la caridad produce buenas obras que nos dan der,echo al reino de los cielos. ¡Oh! ¡ Cuántos Menes nos trae la fe viva! ¿Qué es fe? «F,e es una virtud divina, sobrenatmal, infundida por Dtos en nuestra alma, po,r la cual, apoy1act:os en la auto,• ridad de Dios, creemos ser v,erdadi i;;uanto, Ell ha r,ewladio, y, por medio de la Iglesia nos propone ;para que lo cr,eemos;». (Cat., Pío X). _ La fe es la convicción y1 la certidumbr,e de las aos,a,s que s,e ,esperan, corno si y1a se pos,ey1ese11, porque Dios lo ha dicho_ dice San Juan, Crisóstomo. No hay, riquezas, ni teso,ros, ni honores en tod'o .el mundo que puedan comparars,e con la virtu,d de la fe, cuando ,est&1 acompañada de las buenas obras. Cuánta fuese la virtud de la fe en María Santísima no podemos alcanzar ·a ,conocer!lo; pero se vislumbra bastante al co11ocer algunos rasg'Os de su inocen<– tísima y1 santísima vida. El célebre P. Suál'ez dice: que la Vir– gen Maria tuvo más fe que t,odos los hombres y, Ang 1 eles jun,– tos. Y no parece exageración esa su afirmación, porque Ella sola es Madre ·de Dios. María Santísima desde el primer instante de su ser natural fué exenta del pecado ,original, yf, a la vez, enriquecida con los dones del Espíritu Santo, y1 todas las virtudes, !:l' no podía fal– tarle la fe que es el só:ido fundamento, de todas ellas. A los otros se les da la gracia con medida, a María San.– tísima se le concedió si_n medida, dice San Sofronio.

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