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113 .. San Francisco de Sales, aunque lleno de muchas y, graví– simas oéupaciones y, deberes ,en el gobierno de su diócesis, ja– más se dispensó de rezar diariamen:te ,el santo Rosario. Bn ciert.a ocasión de gravísimos Y' urgentes deberes que le tenían agobiado, !Jt sin tiempo, .le aconsejó su capellán que dejase el Ros.ario para el día siguiente, porque necesitaba de un prnntoi descanso, !J' r-espondió: «Mi máxima es, no dejar para mañana lo que puedo hacer hoy•», !J continuó rezando su Rosario. Carlas I ·rey de E:spaña y V Emperado,r d 1 2 Alemania, res– pondió más de una vez: «Después de acabar mi misario, me ocuparé en [,os .negocios». · El gran Felip,e JI, rey1 de España, asistía a las procesiones del Rosariio !J' decía a su hijo qu,e lo· llevara consigo, si que:– ria gobernar ·bien y, tener paz ,en sus e$tados. Felip,e III aprendió bien esta lección y1 se la comLmica .a su. hija Ana de Austria cuando iba a ser reina de Francia, di,– ciéndole: <<Seréis muy1 devotta de Nues'tra Señora ·y, r•ezaréis cada día su Rosario». Ana de Austria, obediente a lo 1 s consejos de su pad're, fol– mentó con todo fervor e interés la hermosa costumbre de r0, zar el Rosario en la Corte de Fmncia !J' fundó u.na Orden de doncellas nobles del Collar Celeste .del Santo Rosario. . Alfonso V, rey· de Portugial, decía ·a sus Ministros: «ReCe· mos el ros.ario para que la Virgen Santísi:mla sea la g'Uía y1 pro– tectora de nuestro reino». Enrique IV prometió CO!l1 juram,ento. ial Papa CI,e'mente VIII rezar todos los. días una parte •del rosario, !J' los sábados el roL sario completo. Jacobo II, rey, de Inglaterra, hacía !'ezar el rosario, a su Corte con la explicación de lo,s mistertos. En cierta ocasión sülemne, dijo el Senado de la república . de Venecia: «No son ni los g,ener,al,es ¡ni los batallones, ni Las armas, los que n:01s han dado ,las vi'ctorias: es Nuestra Señora d!el Rosario!». Napoleón ,el Grande, en -el cautiv,erio, de Santa Eilena, bus1- aaba y, hallaba en ,el rosario, el consuelo y1 _aliento ,qt1;e le llé• gaban sus amigos y, a1dmiradores. . El general Belg 1 mno hacía r,ezar a sus tropas el rosario todos los días, al caer la tarde; y1 lo mis'mio aconsejaba a otros, como medfo de moralizar el ejército. Artigas también hacía rezar ,el rosario! il sus' tt;ó.p:as. Los valientes· s1oldados de Don Jµa:n d!e Austria r-ezaro1n el ros.ariJo• momentos antes ,d'e comlenzar la célebr,e batalla de Lepanto, que v,enció !J, destruy:ó la invasióln musul11J1ana. San Bernardino de Sena, cé1ebr,e misionero franciscano, co,n¡– .taba el Rosar~o entre sus devociones pr,edilectas. Ninguna devoción persig"ue -tanto, ,el demonio como la del Rosario; porque las ,avemarías que en él se rezan se . convier,~ ten ·como en balas o ametralladoras con'tr;a el ,enemigo de ,rtuesl– tra s,alvadón. 8

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